Inferir: Desarrollar criterio frente al mundo
Por: Henry Sampedro - Coordinador del Área de Competencia Comunicativa
Juan Pablo Martínez Zurita Arellano nació en México el año de 1996, es decir que tiene 22 años. En su reseña biográfica de Wikipedia se afirma que es youtuber, actor, filántropo (término usado para referirse a personajes como Mahatma Gandhi) e influencer, aunque no hay ninguna alusión a estudios universitarios o al desarrollo de alguna profesión como autodidacta. A su corta edad factura cerca 180.000.000 de pesos mensuales únicamente por el número de visitas y de suscripciones que registra en YouTube. Hace algunos meses asistió a la inauguración de un centro comercial en Puebla. En su paso por el lugar, siete mujeres adolescentes perdieron el aliento y desmayaron, cual si se tratara de un show de Michael Jackson en los años noventa.
Sus multitudinarios videos de YouTube contienen retos como comerse un pastelito que rueda desde la frente hacia la boca sin que se caiga al piso o mostrarle a sus fans las cosas que tiene en su cuarto. El youtuber se presentará en el Club Media Fest de Bogotá en un festival en el que aún no estoy seguro sobre qué va a pasar en el escenario. No obstante, los adolescentes pagan entradas que van de los 60.000 a los 400.000 pesos y con un precio mucho más elevado si quieren tener la oportunidad de conocer al “artista” por un minuto.
Aunque no pretendo satanizar el fenómeno relativamente reciente de los youtubers. A simple vista, la descripción antes mencionada, es una prueba de la necesidad de desarrollar criterio frente a la diversidad de fenómenos que se nos presentan en el mundo actualmente. Da cuenta de la necesidad de mediar la capacidad de decidir con base en el conocimiento y en las posibles opciones que ofrece el mundo de hoy ante cualquier situación. Los cerca de 9.000.000 de suscriptores que seguramente son menores que el “influencer”, deberían poder preguntarse por las intenciones del discurso, por las ideologías que se presentan a través de esta figura pública, por los estereotipos que se refuerzan o se contradicen. Sólo así, garantizaremos que no sean simplemente seguidores de una tendencia en la que ni siquiera tuvieron posibilidad de optar. Infortunadamente, muchos de ellos escogen esta opción simplemente para estar en la “misma onda” que sus compañeros, para participar de las conversaciones cotidianas, pero no por la convicción de haber desarrollado un gusto verdadero o de elegir algo que realmente los cautive.
Para elegir con criterio necesariamente hay que aprender a inferir, a leer los subtextos, lo que se dice sin decir, lo que apenas se sugiere, aquello que por oculto no puede ser evidente. Para lograr lo anterior, la escuela debería concentrarse en el desarrollo de la competencia comunicativa. El área de lenguaje debería trabajar en la lectura de diversos discursos, la escritura de textos coherentes, la producción oral, la interpretación de lenguajes no verbales y la escucha. Al contrario, mientras nuestros niños llegan todas las tardes a ver el último video de Juan Pa Zurita, los profesores les exigimos que se aprendan reglas de ortografía y gramática o que lean libros como el Cantar de Mio Cid que resultan descontextualizados incluso para muchos de nosotros. Los invito a hacer la prueba: ¡acérquense a los cuadernos de “Español” de sus familiares o amigos y observen cuantos de ellos trabajan en ortografía y gramática, poniendo tildes o copiando apartes completos de otros libros! Así pues, mientras la comunicación está en el año 2018 nuestra mediación del lenguaje se mantiene en el siglo XII. Es responsabilidad de la escuela que el Área de Lenguaje se comprometa a desarrollar competencias comunicativas y pensamiento crítico. Hasta tanto no sea así, la fase de desarrollo del capitalismo en la que estamos, seguirá aprovechándose para producir niños multimillonarios, figuras insulsas que se ajustan a unos parámetros mercantiles y sociales.
Sus multitudinarios videos de YouTube contienen retos como comerse un pastelito que rueda desde la frente hacia la boca sin que se caiga al piso o mostrarle a sus fans las cosas que tiene en su cuarto. El youtuber se presentará en el Club Media Fest de Bogotá en un festival en el que aún no estoy seguro sobre qué va a pasar en el escenario. No obstante, los adolescentes pagan entradas que van de los 60.000 a los 400.000 pesos y con un precio mucho más elevado si quieren tener la oportunidad de conocer al “artista” por un minuto.
Aunque no pretendo satanizar el fenómeno relativamente reciente de los youtubers. A simple vista, la descripción antes mencionada, es una prueba de la necesidad de desarrollar criterio frente a la diversidad de fenómenos que se nos presentan en el mundo actualmente. Da cuenta de la necesidad de mediar la capacidad de decidir con base en el conocimiento y en las posibles opciones que ofrece el mundo de hoy ante cualquier situación. Los cerca de 9.000.000 de suscriptores que seguramente son menores que el “influencer”, deberían poder preguntarse por las intenciones del discurso, por las ideologías que se presentan a través de esta figura pública, por los estereotipos que se refuerzan o se contradicen. Sólo así, garantizaremos que no sean simplemente seguidores de una tendencia en la que ni siquiera tuvieron posibilidad de optar. Infortunadamente, muchos de ellos escogen esta opción simplemente para estar en la “misma onda” que sus compañeros, para participar de las conversaciones cotidianas, pero no por la convicción de haber desarrollado un gusto verdadero o de elegir algo que realmente los cautive.
Para elegir con criterio necesariamente hay que aprender a inferir, a leer los subtextos, lo que se dice sin decir, lo que apenas se sugiere, aquello que por oculto no puede ser evidente. Para lograr lo anterior, la escuela debería concentrarse en el desarrollo de la competencia comunicativa. El área de lenguaje debería trabajar en la lectura de diversos discursos, la escritura de textos coherentes, la producción oral, la interpretación de lenguajes no verbales y la escucha. Al contrario, mientras nuestros niños llegan todas las tardes a ver el último video de Juan Pa Zurita, los profesores les exigimos que se aprendan reglas de ortografía y gramática o que lean libros como el Cantar de Mio Cid que resultan descontextualizados incluso para muchos de nosotros. Los invito a hacer la prueba: ¡acérquense a los cuadernos de “Español” de sus familiares o amigos y observen cuantos de ellos trabajan en ortografía y gramática, poniendo tildes o copiando apartes completos de otros libros! Así pues, mientras la comunicación está en el año 2018 nuestra mediación del lenguaje se mantiene en el siglo XII. Es responsabilidad de la escuela que el Área de Lenguaje se comprometa a desarrollar competencias comunicativas y pensamiento crítico. Hasta tanto no sea así, la fase de desarrollo del capitalismo en la que estamos, seguirá aprovechándose para producir niños multimillonarios, figuras insulsas que se ajustan a unos parámetros mercantiles y sociales.