El retrato de la inspiración

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AULA DE ÍCARO IAM


Hacía ya mucho tiempo que no podía ver más que unas manchas coloridas, pues su enfermedad se había desarrollado poco a poco hasta llegar al punto de no ver nada. Se había acostumbrado, no le molestaba realizar las acciones cotidianas que deberían implicar una gran dificultad a una persona ciega.

A pesar de eso, se sentía vacío, No le faltaba una familia cariñosa, pues su familia lo había apoyado incondicionalmente en todo su proceso, aunque sus padres estuvieran lejos, vivía con su hermana, que desde su punto de vista era esa luz que a veces necesitaba con tanta desesperación en su vida. Tampoco le faltaba ocupación, trabajaba diariamente en la tienda de su familia en su pequeño pueblo apasionadamente, cautivado con los olores de su propia perfumería. Así que ¿a qué se debía ese gran vacío que se apoderaba de su alma al irse a dormir y levantarse todas las mañanas?



☀︎ ☀︎ ☀︎


Un día un fotógrafo que caminaba por el pueblo tan conocido por su belleza y la inspiración que le brindaba a los artistas perdidos, buscaba fotos lo bastante fascinantes como para brindarle una nueva oportunidad laboral, pues su trabajo no era muy cotizado. Mientras caminaba y el sol iba ocultándose vio una pequeña casa rosa que llamó su atención pues contaba con una diversidad inmensa de flores, era una tienda de perfumes. Deslumbrado por su belleza decidió capturarla en una foto. Se disponía a irse pues se sentía agotado, cuando escuchó una voz.



“Ne me demande paso pourquoi…”


Detuvo sus pasos casi al instante. La voz provenía de la perfumería, era imposible no escucharla con el silencio casi sepulcral que había traído el anochecer.



“Quand vient I’hiver et le grand froid, on voudrait tous partir, retrouver le soleil”


Escucho de nuevo la voz, el sutil canto. Se acercó a la tienda decidido a encontrar su origen, como si eso fuera a responder todas sus dudas. Al entrar la imagen lo dejó perplejo, no era un lindo paisaje, ni un hermoso cuadro colgado en la pared, tampoco la combinación de tonos rosáceos dignos de un amanecer, solo un simple hombre envolviendo preciosos lazos en pequeñas cajas de lo que parecían ser perfumes, se movía con una delicadeza digna de un escultor y la gracia de una bailarina. Sus ojos se hallaban cerrados pero aun así se movía eficaz cumpliendo su labor a la vez que seguía su canto. Y su rostro… estaba seguro de que no había visto un rostro tan hermoso como el que portaba aquel hombre, era una belleza que haría a los paisajes del mundo temblar de envidia, adornado con rizos color carmín y ojos tan profundos que sintió que podía observar el mar a través de una simple mirada.

Casi sin darse cuenta puso su lente sobre la escena y tomó una fotografía, quería capturar esa imagen, pues sabía que al verla podría sentir el olor de la primavera y escuchar aquella canción que lo atrajo hacia él.



Había encontrado la representación de la belleza


— No sabía que tenía público.– Dijo el hombre alertado por el ruido que generó ese pequeño click —Bienvenido, ¿en qué puedo ayudarle? — El fotógrafo se congeló, no había entrado a la tienda por nada en especial, fue una acción casi inconsciente, no sabía qué podría decir para no quedar como un loco o un acosador por tomarle una foto sin su consentimiento a un desconocido.

— Fotos…— Respondió fallando en su oración, estaba muy nervioso, al ver la expresión desconcertada del hombre trató de arreglarlo— Llegué hace un par de horas y salí a caminar buscando lugares para fotografiar. La perfumería me llamó la atención.

—Oh, ¿fue su cámara la que escuche hace un momento? — El fotógrafo se sintió avergonzado pues lo había descubierto, miró la fotografía que recién había tomado, tal vez era la más bella imagen que había capturado, aunque llevaba varios años en la industria nunca nada le había provocado tal sentimiento.

Se sentía culpable, decidió que le mostraría la fotografía, si le pedía que la borrara lo haría, igualmente no tenía derecho a tenerla si el hombre no estaba de acuerdo— Sobre eso, me gustaría que viera la fotografía. Antes que todo me disculpo por…— el fotógrafo fue interrumpido por la estridente risa del hombre. No entendía a qué se debía, estaba siendo cordial y hablando tranquilamente, no había razón para aquella risa.

—Lamento decirle que se me hace imposible cumplir su petición— Exclamó el hombre entre risas, el fotógrafo no comprendía, era una petición simple, además, ¿Qué le generaba tanta risa? Se estaba comenzando a ofender cuando el hombre siguió—No soy capaz de ver después de todo.

El fotógrafo abrió los ojos, como si lo hubiesen despertado con un balde de agua helada. Si lo pensaba bien, de hecho era bastante obvio, aun así no sabía la razón por la cual la ceguera del hombre le había afectado tanto. El hombre era dueño de una belleza que no podía apreciar, como un cuadro recluido en un rincón oscuro de un museo.

—Lo lamento, no me había dado cuenta— Se disculpo el fotógrafo, no podía creer como podía ser tan tonto, aun así seguía disculpándose. El hombre solo negaba soltando una risa divertida, más ello no disipaba la gran vergüenza que sentía el fotógrafo. Era muy observador, por eso el problema yacía en que no se había fijado en el comportamiento del hombre pues estaba cegado por su apariencia.

—Si me permites preguntar, ¿hace cuánto sufres de esa condición?

— Desde que tengo memoria— Contestó como si recordara algo a distancia— La verdad casi no lo notaba, creo que tenía siete años cuando comencé a ver borroso y se me dificultaba seguir las luces. No le di importancia pero un día desperté y apenas podía distinguir las siluetas de mi hermana y mi madre— Contó como si hablara con un amigo de toda la vida, no sabía si la familiaridad con la que hablaba era por él o se trataba simplemente de su cálida personalidad.



☀︎ ☀︎ ☀︎


Habían pasado varias semanas desde su extraño encuentro, el fotógrafo se volvió un cliente habitual de la perfumería, aunque en todo ese tiempo no se había llevado más qué un producto. Había forjado una especie de amistad con aquel hombre, que se basaba principalmente en la admiración qué sentía hacia él. El hombre se había comprometido con gusto a ayudarlo en un proyecto de fotografía que quería empezar, pues cautivado por su belleza el fotógrafo se dejó llevar para empezar un nuevo camino.

Aun así el fotógrafo idolatraba tanto la belleza del hombre que este se empezaba a cuestionar su propia apariencia.

Su apariencia le había sido descrita una infinidad de veces, lo suficiente como para cansarse de ello. A veces de forma tan poética que le parecía una exageración, o de manera tan simple que dejaba demasiado a la imaginación. Podía admitir que a veces pensaba en ello como algo maravilloso incluso con la más torpe descripción. Pero la verdad jamás le encontró sentido a pensar demasiado en ello. Nunca le importó conocer su propio rostro, al fin y al cabo guardaba una vaga idea de él gracias a la breve época en la que sus ojos aún vislumbraban formas, un tiempo en el que el mundo no era solo una inmensa mancha de colores. Lo tomaba como un segundo plano en su vida, hasta la llegada del fotógrafo, pues hizo que por primera vez tomará una gran relevancia dentro de esta, la forma tan pasional en la que adulaba su aspecto hacía que la idea cruzara su mente cada que divagaba intentando no pensar en nada.

¿Qué tenía el? ¿Qué tenía su apariencia que llamaba la atención de un hombre como aquel fotógrafo?



☀︎ ☀︎ ☀︎


Aunque aquel hombre había aceptado contribuir al proyecto del fotógrafo, puso una condición que hizo a este temblar de duda “Serás mis ojos, me gustaría comprender el mundo desde tu punto de vista, imaginarlo desde la perspectiva de alguien que trabaja con base en la visión, contemplar este lugar como algo mágico fuera de el común”. El fotógrafo había estado pensándolo las ultimas semanas, despúes de todo, era una condición complicada si lo pensaba bien pues, cada artista tiene una vision diferente del mundo transmitiéndola de forma abstracta, jamás controlaría lo que le llegaba a las demás personas, aun así acepto. El hombre sabia que era algo improbable, era como pedirle que le brindara la capacidad de ver, pero tenia curiosidad por ver que inventaba aquel fotógrafo tan interesante.

El fotógrafo cito al hombre una tarde con la excusa de que cumpliría su parte de el trato. Caminaban por una playa mientras el hombre se preguntaba que haría el fotografo para mostrarle su mundo, pues llevaban en silencio un largo tiempo y se empezaba a inquietar pues no sabia que pretendía.

– Tu ya sientes el mundo de manera única– Declaro de repente el fotógrafo, confundiendo aun mas al hombre. – La forma en que tus manos tocan el mundo, lo ven. No todos pueden hacer eso– siguió el fotógrafo.

– No entiendo– replico el hombre cada vez mas desorientado.

– Lo sientes — Respondió sin mas el fotógrafo — No observas de forma física las cosas, y no por que no puedas, si no porque te niegas a clasificarlas a tu manera.

No podía entenderlo. Lo intentaba, era una verdad innegable, una metáfora que salió de una manera hermosa y sincera de los labios de aquel fotógrafo pero que se negaba a comprender. El mundo sensible era algo que se le escapaba, que no buscaba entender. No quería comprender lo poético o metafórico de las cosas, él quería verlas. No buscaba saber, no buscaba sentir, necesitaba el valor para ver. Podía tocar un vaso, seguir su forma, pero no podía observar a través de él. Podía oler las flores, saber sus colores, pero no contemplar su belleza. Podía vislumbrar un punto en el cielo, imaginar que era un avión, pero no localizar su forma.



Sabía cuanto quería a su hermana, pero no podía apreciarla.


Por ello, para él, el mundo sensible era un lugar frio, abstracto, sin forma, sin afectos. No quería apegarse a las sensaciones, quería que lo engañaran las apariencias. Alguien como aquel extraño fotógrafo no entendería eso y era el momento en que lo estaba descubriendo.

– Las sensaciones importan. Una flor es una flor…– Ejemplificó el fotógrafo –¿Crees que alguien cuidaría de un jardín sólo porque son bonitas? No importa su apariencia, nadie tendría un jardín lleno de flores con mal olor—

—Ya no sé si yo no lo entiendo o tú no lo entiendes— Admitió el hombre riéndose por lo bajo.

— En realidad, ninguno lo hace– Respondió el fotógrafo resignándose – El trato fue una mentira. No puedes tomar la percepción de alguien y hacerla tuya–

El hombre levantó la mirada, tratando de enfocarla en el fotógrafo que era, nuevamente, una mancha distorsionada de color café. No podía ver su rostro sin importar cuanto forzará sus ojos. Él quería ver, juzgar las cosas, saber dónde estaban, ver rostros.

—Entonces… ¿Qué se supone que haga? —

—Seguir tocando todo con delicadeza, continuar dando tu valor a las cosas—Respondió el fotógrafo —No sé muy bien lo que impulsa tanto ese deseo que tienes, es cierto... pero sé algo, y es que, tus ojos captan más de lo que crees, fueron ellos los que me atraparon después de todo. —



Tras esa declaración el hombre abrió sus ojos ampliamente, ahí estando su contradicción.
Pese a que también estaba escuchando su canto.
Fueron sus ojos lo que lo atraparon en aquel momento en el que se conocieron.
El mundo físico había vencido sobre el sensible.




Infografía


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