El ciclo Conceptual en la virtualidad: caminando juntos hacia la adaptación

28 de noviembre de 2020
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EXCELENCIA IAM


Luego de un buen tiempo, este año tuve ocasión de regresar como profesora al ciclo Conceptual, y por esas cosas raras de la vida, esto coincidió con el cambio más grande de la historia humana reciente: la pandemia por el SARS-CoV-2.

Contrario a lo que podría pensarse, esta violenta transformación no fue una dificultad en el Instituto Alberto Merani (como tristemente sí resultó ser en buena parte del país y el mundo), sino una oportunidad única gracias al paso gradual y flexible a la virtualidad.

A continuación una pequeña crónica de cómo vivimos la nueva modalidad en el ciclo Conceptual del IAM.

Hace mucho tiempo…
Tras mi primera reunión de ciclo en enero de este año me sentí tan acogida por todos mis compañeros que era como si nunca me hubiese ido. Desde Bibiana Rodríguez, nuestra coordinadora, hasta los compañeros nuevos, tanto en el ciclo como en el Instituto, todos parecíamos estar igualmente contentos y comprometidos.

Los meses siguientes seguimos bastante cohesionados. Compartíamos en la sala de profes, tomábamos el desayuno o el almuerzo juntos, discutíamos algunos aspectos que nos ocupaban de los cursos, de las clases y, por supuesto, alguna que otra anécdota con nuestros estudiantes. Todo marchaba bien en nuestro primer trimestre académico.

Y en eso llegó la pandemia
Como amante de la ciencia ficción, había disfrutado mucho de las películas “El día que la Tierra se detuvo” y “Contagio”, pero me sentía bastante abrumada por una realidad en la cual se mezclaban distópicamente ambas tramas: nuestra vida como la conocíamos se suspende indefinidamente a causa de un peligroso virus que recorre el planeta a paso acelerado.

Fue en ese momento cuando cobró absoluta importancia el hecho de ser un equipo de profesores consolidado. Aunque ninguno sabía qué estaba pasando o qué iba a pasar, todos nos esmeramos tanto por hacer del momento algo mejor que finalmente logramos mantener la disposición para seguir con nuestra misión de enseñar, con todo y que ahora parecía imposible por cuenta de la COVID (última referencia a películas, lo prometo).

Los más aventajados ayudaron al resto a entender cómo se usaban las plataformas con las cuales debíamos hacer nuestras clases (sin que supiéramos hasta cuándo): Zoom y Moodle. Estos expertos dedicaron largas horas a acondicionar todo para que pudiéramos pasar juntos a este nuevo y desconocido contexto. Gracias a ellos hasta los más lentos lo logramos en un tiempo digno de registrarse en el libro Guinness: 3 días.

Mientras aprendíamos a usar las plataformas, debíamos ir subiendo los contenidos y ajustando algunos lineamientos generales para las clases. Entonces la Coordinación Académica tuvo la mejor de todas las ideas para podernos adaptar a las nuevas circunstancias: haríamos clases compartidas.

En cada clase nos pusimos de acuerdo los profesores que la dictábamos y logramos unificar criterios frente a lo que debíamos seguir haciendo. Las sesiones compartidas permitieron ganar confianza y aprender entre nosotros. De cierto modo todos estábamos dando clases por primera vez.

A una gran cantidad de información que habíamos logrado ubicar en tiempo récord siguió la depuración y organización por niveles de esos contenidos en cada asignatura. En Conceptual organizamos equipos para evaluar las aulas, hacer sugerencias y de esa manera procurar que todo fuese muy claro para nuestros estudiantes y sus familias.

Luego vino la semestralización y el énfasis formativo de la evaluación académica. Afortunadamente para todos.

En esta lógica de favorecer el proceso de los chicos sin que ni ellos ni nosotros nos sintiéramos angustiados por la calificación, sino por la identificación de fortalezas y la corrección de errores, llegaron las clases grabadas. Fue un recurso para evitar que todos nos perdiéramos en los avatares de la nueva modalidad. Cada sesión implicaba para los profesores ponernos de acuerdo sobre qué decir, cómo decirlo, qué recursos o ayudas emplear y, sobre todo, el tiempo en el cual lo haríamos. Horas de preparación para un producto final de 20 minutos que poco a poco daba sus frutos: muchos padres y estudiantes lograron seguirle el hilo a lo que habíamos estado trabajando.

Por esos días el estrés iba y venía, pero siempre había chance para sonreír a través de la pantalla y seguir adelante.

También aparecieron las aulas extracurriculares en todos los ciclos, algo que sin duda nos mantuvo motivados a todos. En nuestro ciclo las temáticas más variadas se abrieron paso al final de la jornada con proyectos creativos que permitieron observar el interés y la profundidad propios de este momento del desarrollo de los estudiantes. Los más chicos pudieron tomar de manera electiva aulas como automovilismo, manualidades, narraciones extraordinarias o club de ciencias, algo que solo los más grandes podían hacer en la presencialidad.

El primer respiro
Cuando los niños, los padres y los profes más necesitábamos hacer un alto en el camino, recordar lo mucho que nos queríamos y recargar de energía nuestro corazón, llegó la primera Jornada del Afecto virtual.

Actos simbólicos cargados de cariño, de amistad y hasta de amor virtual inundaron (literal) los medios del IAM. Con una plataforma muy intuitiva, todos los niños lograron enviar y recibir sus corazones sin problema. Los padres y madres de familia escribieron como nunca, participaron con canciones, dibujos y presentes enviados con aprecio desde la distancia.

En el ciclo Conceptual los profes decidimos volver a ser niños. Buscamos algunas fotos de cuando teníamos la edad de nuestros estudiantes y las juntamos en un vídeo con un mensaje de afecto para nuestros niños y sus familias.

Muchas emociones a un clic de distancia.

Segundo round
Luego del cierre de ese primer semestre virtual, habiéndonos demostrado a nosotros mismos como institución gran solidez y cohesión, continuamos con el segundo semestre del IAM virtual.

Regresó la evaluación académica sumativa, pero se mantuvo el énfasis actitudinal. A los techos de curso de Conceptual también volvieron los requisitos, pero esta vez a manera de trabajos colaborativos para ser preparados con antelación, revisados y reelaborados muchas veces antes y después de su sustentación ante un jurado de profes expertos.

En nuestro ciclo, además de este, ocurrieron varios cambios. Las aulas Moodle siguieron siendo compartidas en las asignaturas, pero las clases Zoom se dividieron para favorecer un mayor número y diversidad de participaciones. Los tiempos de clase aumentaron para los más pequeños, al tiempo que las coordinaciones de curso se movieron para un poco más tarde. Nunca un horario nuevo me hizo tan feliz.

Los mejores estudiantes del universo
Lo digo y creo que lo repetiré mientras tenga memoria. Esta generación de niños y jóvenes nos ha enseñado a todos sobre valentía, regulación y persistencia. Aprendieron en tiempo récord a usar las herramientas digitales para seguir sus clases. Se han esforzado por regularse, aprender y profundizar en condiciones muy adversas. Han luchado por mantener la motivación pese a no poder verse personalmente con sus amigos y familiares, incluso mejor que muchos adultos, demostrando a diario que están dispuestos a dar lo mejor de sí mismos.

En el ciclo Conceptual los estudiantes se han mostrado optimistas y han estado dispuestos a trabajar en equipo, no solo en las clases y aulas extracurriculares, sino también en los nuevos espacios de excursión y convivencia propuestos por la institución.

En agosto surgió entre los directivos una idea que ciertamente a mí jamás se me habría ocurrido, y que en realidad hizo maravillas en nuestra cotidianidad: una excursión virtual en todos los cursos. En el ciclo Conceptual llamamos a la jornada “Viajar para encontrarnos”, y gracias a ella los once cursos que lo conformamos pudimos cohesionarnos, compartir y crear con el pretexto de conocer lugares lejanos.

Los estudiantes se entusiasmaron desde el inicio. Nunca habían ido a una excursión, y en la presencialidad solo pueden hacerlo cuando llegan al último ciclo. Uno a uno, cada grupo eligió su lugar de destino de manera democrática, inclinándose la mayoría por países de Asia y Europa. Hubo salidas en vuelos simulados desde nuestros hogares, recorridos virtuales por museos, visitas guiadas a ciudades. Cada curso se organizó en comités. Los mismos estudiantes distribuyeron roles, responsabilidades y tiempos con el apoyo de sus profesores y sus padres.

También hubo espacios de no conexión con actividades para realizar en familia. Y lo más importante (en opinión de los niños y también de los que somos más glotones): hubo recetas muy fáciles de hacer para desayunos, refrigerios y almuerzos compartidos.

Al final de la jornada todos sentimos que realmente habíamos estado en otro lugar y, lo mejor, nos sentimos muy acompañados y queridos. Es el cuerpo el que no puede salir; la mente puede viajar a cualquier lugar, a cualquier momento y de cualquier manera siempre.

Luego vino la convivencia. Siguiendo un modelo similar al de la excursión, en el ciclo Conceptual realizamos una jornada llamada Conectada-Mente, donde los niños pudieron compartir sus temas de interés, conocerse mejor, comentar sobre lugares, comidas, libros, juegos, etc.

Varios han confesado que han logrado ampliar su grupo de amigos gracias a estos dos escenarios, pensados para seguir mirando lo esencial, la comunicación, la interacción y el afecto, también en este segundo semestre.

Compromiso familiar
La crisis por la COVID-19 ha sido un reto también para las familias. Los padres y madres del IAM han tenido que resolver al mismo tiempo dificultades económicas, novedades laborales, el acompañamiento a sus hijos en la adaptación al modelo virtual y las pautas de crianza en casa.

El trabajo en equipo entre institución y familia se ha hecho particularmente visible este año, alcanzando su punto máximo en el Día Meranista virtual, cuando las familias planearon un día especial para compartir, conocerse y seguir tejiendo comunidad.

Desde las nueve de la mañana hasta más de las seis de la tarde, cientos de familias se congregaron a través de sus pantallas para jugar, reír y hasta comer los productos ofrecidos por otras familias del Instituto en lo que han denominado una red de emprendedores.

En el ciclo Conceptual los padres organizaron bingos, shows de talentos, concursos de filminuto y de canto ,entre otros, y participaron masivamente. Fue una situación totalmente conmovedora y, en palabras de los propios padres, inolvidable, pues mostró una vez más lo excepcionalmente buena que puede volverse cualquier situación si se trabaja en conjunto y se asume con esperanza.

En resumen
Paradójicamente la virtualidad nos ha servido para valorar lo esencial. Ha permitido que todos los actores institucionales ganemos en flexibilidad, comprensión del desarrollo y sistematización de nuestros roles. Hemos vuelto la vista de manera decidida a aspectos emocionales y actitudinales como ejes centrales, ahora que se funden en un solo espacio los distintos ámbitos de nuestra vida.

Al momento de escribir esta pequeña crónica, quedan pendientes aún dos jornadas de convivencia, que sin duda serán igualmente inolvidables para todos: niños, padres y profes.

Por: Melissa Vera (docente del ciclo Conceptual)




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