CICLO PROYECTIVO
Obstáculos de la reintegración social desde los centros penitenciarios
El siguiente ensayo fue elaborado para la clase de lectura crítica. El texto tuvo como propósito que las estudiantes construyeran un juicio de valor argumentado en torno a la siguiente pregunta: ¿Es posible un sistema penitenciario que logré la re-integración social de los criminales? Para responder a esta pregunta debían leer estos tres textos y responder de manera propia a la pregunta.: El poder una bestia magnífica” (1977) de Michel Foucault, “En la colonia penitenciaria” (1929) de Franz Kafka y “El muro” (1939) de Jean Paul Sartre
Trabajo destacado por los profes Iván Eduardo Montoya Beltrán y Manuel Vicente Nieto Valdivieso, elaborado por Irene Quimbay y Mariana Sánchez.
¿Es posible un sistema penitenciario que logré la re-integración social de los criminales?
Los sistemas penitenciarios son esenciales en las sociedades modernas para mantener el orden y la seguridad. Su función principal es proteger a los ciudadanos mientras los reclusos trabajan en la rehabilitación para reintegrarse en la sociedad. La efectividad de estos sistemas se observa en su capacidad de lograr estos objetivos de manera segura para todos. Un sistema penal debería además de cuidar la seguridad social, garantizar el bienestar de los reclusos, ofreciendo herramientas de reintegración y de mejora.
Un sistema penal efectivo, promueve un ambiente justo, donde es de igual importancia la protección de la comunidad y la reintegración. No se busca únicamente castigar, sino también ofrecer una oportunidad de cambio, y modificabilidad. Buscando una nueva oportunidad de vida. Cuando se logra la reintegración de los individuos, contribuye a la cohesión social y se apunta a una mejor sociedad.
Sin embargo, aunque se tienen claros los objetivos de estos sistemas penitenciarios, su funcionamiento a lo largo de la historia y actualmente, obstaculiza la reintegración de los reclusos en la sociedad. Los métodos de segregación social principalmente, tienden a perpetuar su exclusión y rechazo social, dificultando la reintegración.
Después de haber analizado cómo debería ser el funcionamiento de los sistemas penitenciarios, hacemos evidente que actualmente la reintegración social de los reclusos es casi imposible. En este ensayo vamos a explorar cómo los métodos de segregación social y los mecanismos de control, vigilancia y obediencia son utilizados para usar a los criminales como una herramienta para mantener el orden social.
Es importante destacar que los discursos “El poder una bestia magnífica” (1977) de Michel Foucault, “En la colonia penitenciaria” (1929) de Franz Kafka y “El muro” (1939) de Jean Paul Sartre han sido fundamentales para comprender la complejidad de los centros penitenciarios desde distintas perspectivas y respaldar la tesis anteriormente presentada. A través de los análisis que nos brindan, nos permite analizar a profundidad las dinámicas de control y justicia en las instituciones penales. Lo que nos permite entender cómo obstaculiza la reintegración social de los individuos.
Explorando más a fondo las contribuciones de Foucault en “El poder, una bestia magnífica” se nos muestra cómo el poder en los centros penitenciarios se utiliza para reformar a los prisioneros produciendo sujetos dóciles y conformes con las normas sociales y justificar los mecanismos de vigilancia.
Los centros penitenciarios están planeados como una forma para ejercer el poder y mantener el orden establecido segregando a los prisioneros, estigmatizandolos y excluyendolos de la sociedad, sometiéndose siempre a una relación abusiva de poder. La cárcel actúa como un mecanismo que separa a los desviados de la sociedad, y los convierte en seres obedientes. El poder opera de manera sutil pero omnipresente para controlar a los individuos.
Se usan diferentes técnicas disciplinarias, como el aislamiento, la vigilancia, las recompensas y los castigos para cambiar el comportamiento de los presos y volverlos sujetos dóciles y “adecuados” para pertenecer al orden social. También nos habla de cómo la existencia de los criminales justifica la existencia de la policía, que es un mecanismo de vigilancia. Es decir, los centros penitenciarios crean programas de reintegración social con poca efectividad, donde los criminales son segregados y se evita que puedan reintegrarse. Según Foucoult utilizan el miedo de las personas hacia los criminales como una forma de poder, manejan el miedo de las personas, justificando sus métodos de vigilancia. Además crean una idea en la que la sociedad “marca” a los reclusos como criminales eternamente. Extendiendo la marginación y acabando con cualquier esfuerzo de una reintegración genuina.
Después de explorar las ideas que nos presenta Foucault, podemos ver a los sistemas penitenciarios desde la perspectiva de Franz Kafka en su obra “En la colonia penitenciaria”. A través de su relato, Kafka nos sumerge en un mundo donde las instituciones penales son representadas como opresivas, inhumanas y crueles. En este contexto, la justicia se convierte en castigo y tortura donde los condenados son sometidos a procesos despiadados. La maquina descrita en la historia sirve como simbolo de metodos de tortura irracionales e injustos, donde los condenados son privados de su dignidad al no poder defenderse ni conocer las razones de su castigo.
El poder y el control se manifiesta a través de un sistema penitenciario que ejerce un dominio absoluto sobre los individuos. En un ambiente tan cruel e injusto, que no busca generar cambios positivos en las personas, sino inspirar temor, el sistema obtiene dominio sobre los individuos. Los soldados, se encuentran en una posición de obediencia ciega, donde cuestionar la autoridad es inutil, porque no existe posibilidad de cambio.
Los métodos de justicia modernos, según Kafka, surgen como una crítica a los métodos de justicia antiguos. La metafora del suicidio del oficial y las palabras “sé justo” grabadas en su espalda representan la caida del antiguo metodo de justicia y con ellos las practicas en las que al generar miedo obtienen obediencia. A diferencia de Foucault, Kafka muestra cierta esperanza sobre la posibilidad de que algún día este sistema tan cruel llegue a su fin y en vez de castigar, se busque un avance social.
Después de analizar la perspectiva de Kafka y Foucault podemos analizar la de Jean Paul Sartre en su obra “El muro”. En este relato, Sartre, a través de su enfoque existencialista, narra un mundo donde los protagonistas enfrentan la angustia existencial de su existencia en un ambiente opresivo y violento. Aunque los personajes no están encarcelados en un centro penitenciario formal, su situación de detención por una fuerza militar tiene similitudes con la experiencia de quienes sí lo están. La incertidumbre sobre su destino y la inevitabilidad de la muerte, generan una angustia existencial, llevando a cada personaje a buscar sentido en una situación desesperante.
La obra de Sartre, describe un sistema que priva a las personas no solo de su libertad física, sino también de su libertad interior y su autonomía en su propia vida. La falta de control de su destino y la imposibilidad de poder hacer algo frente a la muerte inminente, reflejan la incapacidad de un sistema penitenciario para proporcionar un entorno cruel, donde no se cuida de los reclusos y no se les enseña o se les guía a ser mejores personas. No se les enseña para poder reintegrarse en la sociedad.
Además, Sartre nos muestra cómo las posiciones de poder buscan mantener su autoridad a través de la intimidación y la opresión, en lugar de promover la justicia y el respeto. Aunque los centros penitenciarios no deben estar influenciados por posiciones políticas, Sartre muestra cómo los sistemas de poder son injustos perpetuando la injusticia.
Después de haber analizado las percepciones de Foucault, Kafka y Sartre, quisimos reflexionar y expresar nuestras propias opiniones sobre el tema.
Reiterando nuestra tesis, como mencionamos anteriormente; no creemos que pueda existir un sistema penitenciario que logré la reintegración social de los criminales. Porque los sistemas penitenciarios están estructurados de tal manera que la reintegración social de los criminales se vuelve prácticamente imposible. Los métodos de segregación social y los mecanismos de control, vigilancia y obediencia son utilizados para usar a los criminales como una herramienta para mantener el orden social.
No es posible la reintegración de los criminales, porque los centros penitenciarios están planeados para ver a los reclusos reducidos a números en un sistema, objetos de control, entre otros. No sé ve nunca a la persona, solo se ve lo que se puede conseguir a través de ella.
La condena no solo es una condena física, dónde se les quita la libertad, sino también una condena existencial, donde pierden el sentido, en un estado donde existan para morir. No tienen sentido en sí mismo ni en su identidad, lo que los lleva finalmente a una crisis de sentido, que hace muy difícil su re-integración. Incluso si un recluso logra salir de la cárcel y pasar por esos procesos de reintegración social, ha sido expuesto a un proceso de deshumanización, donde no es más que un número y no importa como ser humano, la experiencia carcelaria ha acabado con su posibilidad de vivir libre y capaz. No está encarcelado pero sigue encerrado dentro de un sistema.
Adicional los programas de reintegración son superficiales y sirven más como mecanismos para mantener el orden dentro de la prisión que como verdaderas herramientas para la reintegración social, no están interesados en las personas si no en seguir utilizando el poder como una herramienta poderosa para controlar. Los programas de reintegración permiten a los prisioneros, saber cómo comportarse en la sociedad, como ser educados, dóciles, obedientes. Sin embargo estás reglas para convivir en la sociedad son enseñadas de maneras violentas y deshumanizantes acabando con la posibilidad de una re-integración social real.