El poder del ejemplo para nuestros hijos va más allá de cualquier discurso


¿Alguna vez se han preguntado cual es el verdadero lenguaje del cambio? ¿Cuál es el mejor lenguaje de inspiración y de influencia para nuestros hijos?
Muchas veces escuchamos discursos inspiradores que nos motivan y nos hacen pensar que mañana será un día mejor, sin embargo, con el paso del tiempo la emotividad desaparece y esas palabras se las lleva el viento; pero cuando las palabras se acompañan de imágenes o vivencias como el ejemplo; sí queda una huella mucho más profunda en nosotros, un aprendizaje, una memoria.
Así, desde el ejemplo, podemos enseñar a nuestros hijos una forma nueva de ser y estar en la vida; se trata de ser coherentes, no de predicar con palabras, sino de actuar conforme a ellas; podemos dar discursos muy elaborados, pero esos discursos se quedan vacíos si no ponemos en práctica eso que predicamos, es como un espejo: si refleja una imagen clara, no necesita palabras para describir lo que muestra.
De la forma, en el proceso de educación de nuestros hijos es imperativo reflexionar: ¿Hay alguna área de nuestras vidas en la que notemos que las palabras y acciones no están alineadas? específicamente en lo relacionado con el ejemplo que queremos dar a nuestros hijos y lo que deseamos que ellos aprendan. Constantemente ellos nos están observando; si un niño vive con aprobación, aprende amarse, si vive con respeto aprende la tolerancia, si vive con libertad de expresión aprende a entender al otro, si vive con empatía aprende a ser compasivo, si vive con críticas, aprende a juzgar, si vive con hostilidad, aprende la violencia, si vive con el ridículo, aprende a ser tímido, si un niño vive con vergüenza, aprende a sentirse culpable; les enseñamos la tolerancia y el respeto a nuestros hijos desde el trato entre las personas del núcleo familiar en nuestro hogar, desde el trato con familiares, amigos y vecinos e inclusive, en los calurosos momentos del tráfico de la ciudad, en los que la tolerancia, cordialidad y respeto nos son puestos a prueba; que ven nuestros hijos en ese momento?
Cuando los niños nos observan analizar y enfrentar tranquilamente una situación o un problema, resolviendo cada reto por medio de la lógica y el pensamiento crítico, buscando alternativas; comienzan naturalmente a valorar e imitar este comportamiento. De lo contrario, si nos volvemos irritables, discutimos, o nos enfadamos ¿qué podemos esperar que aprendan? Teniendo en cuenta que vivimos en una sociedad cambiante, que se encuentra en continuo movimiento, los más vulnerables son los menores: niños, niñas y adolescentes que se encuentran en un periodo de transformación y desarrollo los cuales requieren de guías educativas adecuadas que los acompañen en su camino evolutivo. Este proceso de formación de nuestros hijos es fundamental para la construcción de su personalidad, por lo que es importante identificar que como Padres somos sus modelos, personas a las que ellos imitan, de las que aprenden, de los que se adoptan valores, criterios en torno a los cuales evalúan la validez, o no, de una determinada conducta. En función de estos modelos y valores, el menor orienta sus actividades, aficiones, sueños, metas y aspiraciones. Por lo tanto, es imprescindible un buen guía (educadores y padres) que oriente y motive a la hora de decidir cómo desarrollarse como personas en la sociedad actual de forma sana y equilibrada. Los niños se encuentran en construcción y necesitan a los padres como bases sólidas en esa estabilidad emocional para la vida adulta; Eduardo Villagrán, autor chileno, escribe en su obra ‘Educar a los hijos, hermoso desafío’ (1.999) que “es absolutamente necesario que las palabras vayan acompañadas del ejemplo; las palabras conmueven, pero los ejemplos arrastran”. La coherencia entre la palabra y acción, teoría y práctica, enseñanza verbal y ejemplo, son una forma convincente para educar correctamente. Los psicólogos afirman que los niños y niñas aprenden más fácilmente mediante lo que ven que mediante lo que oyen. Vale la pena reflexionar: ¿Qué ven nuestros hijos en su contexto familiar?