Ícaro Memorias 2024 Proyectivo C

Adriana Alnaua
Guzmán Ortiz

Por: Adriana Alnaua Guzmán Ortiz
30 de noviembre de 2024
Foto: Sebastián Zamudio


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Las memorias del arte

En lo personal suelo tener un problema con los momentos especiales de mi vida: las experiencias que anhelo por mucho tiempo las empiezo a extrañar antes de que se acaben. Cuando debemos devolvernos de un largo viaje es inevitable que nos invada un sentimiento de nostalgia aunque recién nos estamos despidiendo. Pero en mi caso, esta nostalgia me invade mucho antes de irme. Esto se asemeja a mi despedida del colegio. Desde inicio de año he tenido una afición con recordar cosas: mis compañeros, los profesores, las discusiones y las incontables experiencias. Pero ¿cómo no me iba a sentir así? Este fue el espacio donde aprendí a pensar, a amar y a ser persona.

Ahora no me queda más que despedirme de este lugar, pero nunca de los recuerdos. Seguramente en algún momento sienta tristeza y sueñe con volver a mis primeros años en el colegio, pero sé que siempre voy a tener las memorias para acompañarme cuando más lo necesite. Al final, todo eso me llevó al lugar en el que estoy ahora y siempre va a servir de motivación a lo largo de mi vida.

Continuando con la metáfora del viaje: los viajes y aventuras que más han perdurado conmigo son aquellas con las sensaciones más distinguibles: olores, sabores, colores o sonidos particulares. De mi trayecto en el colegio suelo recordar de muchas cosas solamente fragmentos, lastimosamente son pocos a lo largo de mi vida, pero son bastante vívidos. De mis primeros cursos recuerdo el verde que caracteriza todos los descansos, por los abundantes arbustos y el pasto que cubría el terreno, para mi infinito, del colegio. De la pandemia recuerdo los audios distorsionados o el ruido de fondo de los profesores. De mis últimos años recordaré por siempre el arte, en especial la música y el teatro.

Creo que no hay nada más bello que compartir el arte con otra persona, pero no solo ver, admirar, sino expresarlo y vivirlo.

Portada

Sé que quedaron muchas cosas por decirse, planes por realizarse e ideas por compartir, pero a pesar de todo no me podría encontrar más agradecida por las personas que conocí y por el arte que construimos durante todos estos años. Si algo aprendí de las clases con Mechas es que todo gran cambio conlleva crisis, transformación y reconstrucción. A pesar de que el cambio de cotidianidad representa un gran reto para mí, también es una oportunidad de emprender un nuevo viaje, teniendo de guía las memorias construidas por el anterior.

Alejarse de los espacios y personas que quise por diez años seguramente sea una de las cosas más difíciles que deba hacer en mi vida, pero mantengo la esperanza de que de una u otra forma seguirá mi esencia en sus recuerdos, en las innumerables anécdotas y experiencias e incluso en el arte que construyan, así como la de ellos perdurará en mí.

Al final eso es el arte y la vida como yo las concibo, sentir nostalgia por el pasado pero ansias por un nuevo inicio, una pasión incesante por explorar y sentir, mientras aún nos aferramos a nuestras memorias.




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