Alicia
Yunis Camacho
30 de noviembre de 2024
A un lugar de libélulas, un país de preguntas, un mundo de ideas y una familia de hormigas.
El eco de la libertad retumba en las paredes de los edificios, con las pisadas seguras y alegres de unos pies chiquitos. En el parque y en los prados la victoria de poder ser uno mismo, de correr por donde sea, de echarse al sol un día que no sea domingo. Las clases con manos que quieren tocar el techo, balones que vuelan por encima de la malla. Las voces de todo el colegio llegan a mis oídos como cuando se escucha el mar en una caracola. Si el mar es libre, yo quiero ser mar. Si la caracola es el eco de nuestros pasos, quiero que las caracolas sean testigos de nuestras memorias. Quiero pensar que el tiempo es un espiral infinito. Nos alejamos, pero sigue estando protegido lo que ha pasado adentro.
Los nombres siempre quedan, pero más queda una sonrisa, un rostro, una mirada, un abrazo o unas palabras. Cómo son las cosas de la vida, lo efímero nos atraviesa y lo permanente nos pesa y al final de cuentas la libertad no es asunto de la ley y menos del rey. La libertad es una certeza incierta, nunca la podemos conocer y sin embargo es nuestra esencia. Nos casamos y a veces no sé para qué, si nunca seremos los mismos. Nos casamos y ya sé para qué, para siempre encontrarnos con la vida.
El viento helado e invisible de la mañana pasa y nos cambia la cara. Darme un paseo por canchas verdes en la mañanita, en compañía, me alegra el día. Si mencionara todas las clases que disfruté, las personas que me marcaron, que le dieron a mi vida sentido, me ayudaron a luchar por vivir, las personas que me apoyaron y que tienen un pedazo en mi corazón, mis profes, mis amigos y todos los meranistas que me acompañaron y les diera el agradecimiento que se merecen, no acabaría.
Es mi tiempo de decirle gracias al Merani por creer en mí incluso cuando apenas había llegado. Por apoyarme en mi decisión de estudiar a pesar de las complejidades. Por siempre impulsarme a ser libre. Quiero agradecer por ayudarme a levantarme y a darme razones para vivir en momentos donde la enfermedad jugaba contra las cuerdas.
A pesar de todas mis peleas y mis terquedades quiero que todo el mundo sepa que yo amo y amé profundamente mi colegio, que haber estado aquí es lo mejor que me hubiera podido pasar.
Quiero que mi legado sea de esperanza, de dedicación, de fuerza, de atreverse a sentir y de amar la vida, de la libertad y de la convicción de que siempre podemos salir adelante. Quiero que mi arte llegue a lo profundo del alma de todos ustedes porque si algo enseña este colegio es la libertad más profunda, que es la convicción de vivir.
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