Daniel Felipe
Torres Duarte

Aún no puedo dimensionar que estoy acá, mirando la pantalla del computador y pensando ¿en serio, Daniel? ¿Lo logramos? Y es que pensar en todos los recuerdos que me trae el colegio me conmueve hasta llorar de la nostalgia, porque soy una persona muy afortunada de tener una página para contar mi historia.

Es curioso que esté escribiendo esto porque yo era de los niños que nunca miraban el Ícaro de los egresados. Me parecía más de lo mismo. Pero ahora seré otro egresado, más de lo mismo para ese niño de cinco años que solo tenía dos preocupaciones: jugar fútbol y poder almorzar en los descansos largos.

Personalmente odio las despedidas porque para mí siempre es lo más duro de afrontar. Pero en este caso me siento orgulloso, ya que ese niño que llegó en 2011 a Exploratorio Aleph es completamente diferente del adulto que sale en 2024. Han sido trece años simplemente maravillosos, ya que, a pesar de los niveles, requisitos, tesis y demás, siempre he sido feliz.

Una frase que me marcó fue una que nos dijo un día Nicolás Cediel: “Las cosas difíciles son las que valen la pena”. Cuando la escuché, inevitablemente pensé en todas las cosas por las que tuve que pasar, todas esas noches que me desvelé estudiando y todas las veces que me dijeron que este colegio no era mi lugar en el mundo. Sin embargo, yo siempre digo que nada me queda grande y por eso decidí luchar, cambiar, seguir adelante.

Hoy en día, gracias a ese Daniel que no se rindió, estoy acá, en Proyectivo C, pensando que es mi último año, que, aunque suene redundante, está rodeado de últimas veces, las que solo me demuestran que mi historia está llegando a su final. Un final que me pone melancólico, pero que me hace sentir afortunado debido a que no pude tener mejor compañía en todo mi recorrido.

Pero no me puedo ir y continuar sin reconocer a todas las personas que han estado para mí sin importar las circunstancias. Les quiero agradecer a todas las personas que han hecho que el colegio sea un lugar mágico, como mis amigos, a quienes amo y llevaré en mi corazón. A los profesores que han sido mis guías en este camino tan largo. Y a las monitoras que han sido como mis mamás.

También les quiero agradecer a mis padres, hermana y mi abuelita, ya que ustedes son lo más importante en mi vida. No tengo palabras suficientes que describan el amor que siento por ustedes. Me siento muy afortunado de tenerlos.

Y a mi abuelito que se fue hace nueve años, pero que cada mañana siento que me apoya y me da fuerzas para seguir. Gracias por ser mi ángel, ese que me ayuda a caminar por el sendero tan asombroso de la vida.

Estoy ansioso de salir al mundo, explorar y afrontar este nuevo capítulo en la historia de mi vida. Pero siempre los llevaré en mi corazón. Sin importar en dónde esté, nunca voy a olvidar los eternos descansos largos jugando fútbol, baloncesto o simplemente hablando, las clases que me hacían sentir el niño más inteligente del mundo y los entrenamientos en las tardes.

Por último, para todas las personas que están en momentos difíciles, les quiero decir que la vida sí vale la pena, que estar acá demuestra que todo el sacrificio dio sus frutos. Los amo mucho y no saben la falta que me harán.

“No olvides de dónde vienes, te ayudará a recordar a dónde quieres llegar”.