Gabriel Francisco
Ruíz Rodríguez
30 de noviembre de 2024
Ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos.
Heráclito de Éfeso
Mi vida a lo largo del colegio ha sido de muchos cambios, la mayoría difíciles de afrontar, pero, sin lugar a duda, fueron determinantes para formarme. Llevo en el IAM apenas seis años, la mitad de lo que muchos de mis compañeros de grado han cumplido en el colegio, y, sin embargo, siento que he vivido más de mil.
En mis inicios en el instituto, entré sin saber nada, algo usual para cualquier estudiante nuevo, pero desde mi perspectiva no había mucho que hubiera cambiado, puesto que todavía no había tenido lazos de amistad lo suficientemente fuertes para que entrar a un nuevo colegio lo pudiera considerar un desafío como tal. En este nuevo recorrido, estuve, al igual que la corriente de un río, fluyendo nada más; empecé en un curso y al siguiente año en otro, y aunque estos cambios no me afectaron tanto en su momento, fue hasta mi tercer año en el Instituto que todo cambió. Cambió tanto que ni yo, que estaba acostumbrado a los cambios, podía mantener el ritmo, y no fue sino gracias a mis amigos y mis buenos compañeros que pude adaptarme a estos últimos cambios drásticos.
Para mí, el colegio, más que el lugar donde principalmente me formé académicamente, lo recordaré como el lugar que me hizo la persona y los pensamientos que soy. Fueron mis amigos quienes me permitieron ser y pensar libremente y fueron mis compañeros, con quienes formamos nuestra comunidad —la promoción 2024—, en los que primero pensaré con cariño y nostalgia, cuando recuerde esta época de mi vida.
Concluyo así que, al igual que Heráclito, llegué a la idea de que “la naturaleza misma de la vida es el cambio; el cambio no es un aspecto de la vida, sino la vida misma, y resistirse al cambio es resistirse a la vida”. Así que mi mensaje final es simplemente… no se resistan a lo que la vida trae consigo, no sufran yendo en contra de la corriente, simplemente encuentren el camino que más valga la pena; no importa lograr nuestros objetivos en la vida más pronto o más tarde, ni los obstáculos que cada camino tenga. Lo importante es simplemente encontrar el que más nos permita sentirnos bien y, también, el que traiga consigo las mejores compañías.
Muchas gracias, Instituto Alberto Merani, y a todos con quienes he hablado y me conocen… y por si no nos vemos después, buen día, buena tarde y buenas noches.
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