Ivanna González
Bustamante
30 de noviembre de 2024
“Los mejores momentos no se pueden repetir,
pero se tatúan en el alma, como recuerdos
que alguna vez nos hicieron sonreír”.
Jairo Guerrero
Mi historia comenzó hace 12 años y ahora es momento de cerrar lo que es este primer capítulo de mi vida, pero ¿quién dijo que es tan fácil dejar ir?
Esta historia comienza con una niña, curiosa y asustada, a punto de descubrir de lo que ella es capaz, aunque en ese momento la niña no tenía ni idea. Esa pequeña se enfrenta por primera vez a un contexto totalmente distinto a lo que ella está acostumbrada, un contexto sin sus padres y muy lejos de su casa. Los años pasan, ella disfruta y aprende, sin embargo, empieza a surgir la pregunta “¿en qué seré buena?”. En ese momento ella desconocía que esa pregunta la iba a acompañar por varios años, pero al final tendría una respuesta. Hoy se acerca ese momento y aunque debo cerrar las puertas de la que fue mi casa por tantos años, debo abrir una nueva y darle la bienvenida a mi futuro.
Recuerdo las conversaciones con mis papás a la hora de comer, a veces preguntándome cómo me había ido en mi día y otras veces hablando sobre cómo iba a ser ese futuro que se veía tan lejos: mi graduación. Unos años más tarde las conversaciones fueron cambiando, pasaron de ser sobre qué había hecho en mi día a caer en la realidad de que estoy a un mes de terminar este proceso.
Dejar ir no es nada fácil, pero es algo que todos tenemos que hacer en algún momento. Para mí el Merani fue mi casa a lo largo de doce años de mi existir; reí, lloré, me preocupé, me emocioné, fui feliz y ahora que es momento de decirle adiós no me quedan más palabras que decir que gracias. Gracias por acompañarme en este primer capítulo de mi vida, gracias porque me acercaste a personas a las que jamás pensé hablarles, gracias porque me enseñaste a valorar las pequeñas cosas de la vida y gracias porque me ayudaste a forjar quien soy hoy.
Valorar las pequeñas cosas que nos brindan es una de las más grandes enseñanzas que me ha dejado el Merani, y ahora que tengo ese superpoder puedo decir que es lo que más valoro del colegio. Valoro la forma en la que conectamos entre nosotros, valoro la forma en la que le mostramos al mundo nuestra identidad y valoro la forma en la que aprendemos sobre la vida alrededor. Pero sobre todo valoro cada mañana, cada día que pasé en este lugar y cada enseñanza que me llevo en el alma.
En esta carta quiero agradecerle a Dios porque me permitió llegar hasta aquí, quiero agradecer a mis padres porque con su amor y dedicación fueron mi motivación para seguir adelante cada día, quiero agradecer a mi abuelita porque sin el cariño y el apoyo de ella nada pudo ser mejor y por último quiero agradecerles a las personas que acompañaron mi camino estos últimos 12 años, las monís, las personas del restaurante, los profesores, mis compañeros y a todas esas personas que me hicieron feliz en mi colegio.
Al final lo que quedan son las memorias y los recuerdos.
Muchas gracias a todos.
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