Ícaro Memorias 2024 Proyectivo C

Ivanna
Tolosa Cristancho

Ivanna Tolosa Cristancho
30 de noviembre de 2024
Foto: Sebastián Zamudio


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Sentirse infinito

Cuando tenía 5 años y estaba en Exploratorio, en alguna parte del descanso y por alguna razón, de repente decidía entregarme completamente a cierta travesura, que eventualmente se me salía de las manos. Y no podía esperar para estar en Conceptual y finalmente poder subir al segundo piso del edificio. A decir verdad, hoy en día no entiendo cómo no terminaron expulsándome. Perdón, Lelito, por todas las canas que te saqué.

Cuando tenía 8 años y estaba en Conceptual estaba demasiado feliz con poder escoger un Aula. Me metí a teatro solo porque quería saber cómo era ese salón por dentro, y en cada una de las clases cambié mi obra entera. Al final presenté algo terrible porque éramos mi amiga y yo interpretando todos los papeles de la obra, ya que no conseguimos alguien que se hiciera con Nosotras, y no podía esperar a estar en Contextual para pasar los descansos caminando por ahí con mis amigas y ser amiga de los niños. Años después ese salón fue demolido y me dio ternura pensar en que jamás nadie cometería mi error otra vez.

Cuando tenía 12 años y estaba en Contextual pensé que la vida no podía ser mejor de lo que era en ese momento. Tuve mi primer mejor amigo ―juramos que en diez años íbamos a seguir Hablando― y mi primera “fiesta”, en lo que fue la velada, y descubrí que no sabía bailar. Y no podía esperar a estar en Proyectivo para que finalmente fuéramos adolescentes y habláramos de amor. Ya no hablo con mi primer mejor amigo, pero siempre tendrá un lugar muy lindo en mi corazón.

Portada



Cuando tenía 14 años y estaba en Proyectivo volvimos a la presencialidad y encontré al corazón más lindo que la vida me ha traído. Fue como si el yin y el yang se hubieran encontrado. Entendí que ser grande venía con un peso mucho más grande del que a veces podemos manejar y, aunque finalmente comprendemos que la vida no son solo travesuras u obras terribles de teatro o la velada, también podemos reconocer que nos falta mucho por vivir.

Cuando sea noviembre, tendré todavía 17 años y me enfrentaré a finalmente a no ser más una estudiante en el Merani. Lo que intento explicar es que la vida finalmente se compone de etapas, que todo, absolutamente todo pasa y que, a pesar de que en el momento todo se sienta tan inmenso, la emoción de seguir adelante es algo que jamás deberíamos perder. Espero de todo corazón que, aunque todo lo que estoy viviendo ahora sean solo historias que recordaré en el futuro, algunas de las personas que las protagonizan me acompañen por un ratito más.

“Sé que estas serán historias algún día. Y nuestros cuadros se volverán viejas fotografías. Todos vamos a ser padre o madre de alguien. Pero ahora estos momentos no son historias. Esto está sucediendo. Estoy aquí y estoy viéndola. Y es tan hermosa. Puedo verlo. Este momento en el que sabes que no eres una triste historia. Estás vivo, y te pones de pie y ves las luces de los edificios y todo lo que hace que te preguntes. Y estás escuchando esa canción y en ese coche con la gente que más quieres en este mundo. Y en este momento, lo juro, somos infinitos”.

Las ventajas de ser invisible
Stephen Chebosky

A todas las personas que me aferraron a la vida y me permitieron hoy escribir esto. A ese ángel que amo con cada parte de mi ser, a mi pequeño Fede.




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