Santiago
Pardo Ahumada

Hasta el día de hoy, en estas palabras te das cuenta de que el tiempo no para de correr, una noche terminas un ensayo, a la siguiente estás a punto de graduarte, pero hay una sola cosa que parece no cambiar a lo largo del tiempo.

Durante estos años en el colegio he logrado recolectar lecciones fuertes, de esas que te enseñan con acción retardada, duelen en el instante, pero una vez que todo acaba te das cuenta de que has mejorado, de que eres un poco mejor que ayer y eso vale más que cualquier dolor pasajero. Una vez que estás aquí te das cuenta de que la cantidad de personas que han permitido que estés en esta posición es casi interminable, pero hasta el día de hoy haces conciencia de quiénes se fueron, quiénes pasaron y quiénes llegaron para quedarse. Puede que el camino sea complicado, pero una vez que estás en el final ya todo parece quedar minúsculo porque eres alguien diferente, ya no eres el mismo de hace 2 años y este es el momento para agradecer.

A las monis, quienes sin dudar te reciben con una sonrisa y una calidez única en su tipo, a las chicas del restaurante que siempre saben cómo sacarte una sonrisa en el momento que más lo puedes necesitar. Con este agradecimiento quiero que podamos reconocer a quienes siempre están ahí y nos podamos dar cuenta para darles gracias por esas labores.

Agradecer a todo aquel con quien pude compartir risas, viajes, la ruta, almuerzos, partidos y miles de experiencias más. A esos compañeros de viaje, viejos, nuevos e inesperados: me voy con una parte de ustedes como parte de mi ser, les agradezco por haberme visto fallar, tener éxito y aun así permanecer ahí. A mi curso de este año le estaré eternamente agradecido por haberme dado la oportunidad de ser parte de ustedes, de empujar hacia adelante, porque a veces los errores del pasado los dejas avanzar más de lo que crees y están llamando a la puerta de un momento a otro. Desde este año puedo ver en retrospectiva todo aquello que llegué a anhelar. Hoy en día estoy dando los pasos para estar cada vez más cerca de mis sueños, porque si le preguntan a un Santiago de hace dos años, no sería capaz de creerles que estoy donde estoy, acompañado de personas muy diferentes y siendo una persona apasionada, con ese fuego candente que quiere comerse el mundo. De verdad siendo sincero me asombra lo mucho que he avanzado y también me siento agradecido porque nunca estuve solo.

Hasta el día de hoy pude entender todas esas enseñanzas que querían darme mis profesores y mi familia. Muchas veces uno puede ser muy terco, cree que las cosas solo son perfectas si salen de un modo. Se debe aprender a escuchar a quienes saben, quienes tienen la experiencia y que, a pesar de las circunstancias, jamás dejaron de recordarme el valor que hay en el esfuerzo y que nada llega acostado en la cama. Hoy en día agradezco al profesor Henry y a la profe Luisa: de verdad que ustedes jamás me dejaron solo, fueron un apoyo incondicional durante estos años. Esas pequeñas charlas donde Luisa es increíblemente buena para decir las palabras precisas para descargar los malos pensamientos, donde Henry jamás ha dejado de creer en mi potencial que me impulsa a querer ser mejor, donde el único límite es el cielo, de verdad que han logrado sacar lo mejor de mí mismo. A puertas de entrar a una etapa compleja, sus enseñanzas y ese cariño incondicional me los llevo tallados en el alma, donde espero que jamás se me olviden.

Por último, agradecer a mis papás y mi hermana: ustedes de verdad nunca se fueron, son quienes han tenido esa fuerza implacable que pudo sacarme hacia adelante, por más abajo que pude haber estado, la sabiduría de mi papá, la fuerza inquebrantable de mi mamá y mi hermana que combina lo mejor de los dos, de verdad gracias, por haberme visto llegar hasta aquí, aguantarme todo este tiempo. No me quedan palabras para expresar la gratitud que siento por todas las oportunidades que me han dado.