Sara Sofía
Daza Quintero
30 de noviembre de 2024
Somos la risa que retumba en medio del silencio, el eco de un momento que lentamente se desvanece en el recuerdo. Somos olas del tiempo, corrientes de lágrimas. Somos fuego ardiente entre las montañas. Somos susurros de profundo miedo con alientos de amor sincero. Hoy soy un instante de nostalgia, un suspiro que se aferra a los recuerdos, buscando en la euforia, momentos que se vuelvan eternos, duraderos. Irme del colegio es más que un hasta luego, el Merani es mi segundo hogar, cada rincón guarda historias y sueños que no quiero olvidar, y, aunque con este texto me despido, en el alma me llevo fragmentos de todo lo vivido, lo aprendido.
A la Sarita de cuatro, casi cinco años, que entró por las puertas de aquel salón, sin certeza del rumbo, pero brillando en su interior, quiero decirle que finalmente lo logró y que cada paso que dio permitió que hoy hable desde el amor, con honor. Gracias a mi primera amiga, quien me enseñó que la distancia no es obstáculo para la constancia, pues, aunque hoy no nos graduamos juntas, la memoria siempre alumbra.
A mi familia le agradezco su infinita compañía, este logro es para ellos, el motivo de mis esfuerzos. Mis padres son mi razón de existir, de no ser por su amor no sería tan feliz. Cada vez que me siento perdida, su voz es mi guía. A mis hermanos les agradezco su lealtad, por ser mí refugio en la sombra y en la oscuridad. En ustedes guardo, mí cariño más sensato. A todas mis profesoras y profesores, a las monitoras, a los administrativos, a todos los admiro por su entrega y su pasión, gracias por guiarnos desde el corazón. Hoy me voy, pero en mi memoria guardo sus enseñanzas, como un tesoro que la vida me regala. Aunque el camino nos separe, su amor siempre me abraza, y en cada instante vivido, su luz nunca se apaga. Por último, a mis compañeros, a mis amigos y a mí mejor amiga quien fue la mejor compañía. No me alcanzan las palabras para agradecerles su confianza, tan orgullosa me siento que se desborda un mar entero. Como luz en la tormenta, su esencia me completa, y aunque la distancia nos separe, en mis sueños siempre brillan sus risas, sus andares. Hoy soy un museo lleno de recuerdos, donde cada uno de ustedes pintó un bello lienzo que se vuelve eterno.
Sentada bajo el brillo de la luna, contemplo el ayer, con lágrimas que destilan, el cielo empieza a florecer y me recuerda que fuimos historia, en su andar, un mundo de grandes que no dejan de soñar.
Gracias, promoción 2024, por regalarme instantes divinos, fragmentos de tiempo que en mí alma son reflejo del destino. Gracias por ser brillo en mí camino.
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Luigi André Coterno Roa
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