Pablo Escobar y su visión: Colombia desde los ojos de los extranjeros

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Este ensayo tiene como propósito interpretar el desarrollo de los procesos de colonización, en especial de la colonización de coca, y su impacto en las relaciones sociales de Colombia con el resto del mundo a través de dos discursos que desarrollan la problemática de la cocaína mediante el ícono del tráfico de cocaína, Pablo Escobar.

Desde la segunda mitad de los años setenta, los colombianos presenciaron la trascendencia del tema del narcotráfico y la guerra contra las drogas en las relaciones entre Colombia y el resto del mundo; estas problemáticas no estaban presentes en la conexión entre todos los países y no involucraban los ámbitos de interacción nacional, como sucede actualmente.

La existencia de la coca siempre tuvo un uso en especial en comunidades de nativos indígenas, pues el territorio y sus frutos (frutos como la hoja de coca) constituyen una base espiritual para estas comunidades y forjan su identidad. ¿De qué manera? Teniendo en cuenta que para ellos la coca es una planta ancestral de uso cotidiano, se ha convertido en un legado en los pueblos, los rituales, la alimentación y la medicina tradicional. Por tanto, estas prácticas son fundamento clave del principio de diversidad cultural y étnica en Colombia. Cuando cambia su uso y se vuelve malintencionado, el concepto del uso de la coca pierde su atributo al convertirse en cocaína.

Originalmente se sugerían varias ventajas, como la oportunidad de ingresos para el campesinado y la prosperidad económica. A partir de un mayor beneficio que se dio a un grupo cerrado de personas, aparece el negocio del narcotráfico, provocando así la colonización de la coca, refiriéndonos a esta como “los territorios explotados y dominados administrativa, militar y económicamente” (Oxford Language, 2018), el cultivo de coca y todo lo que representa, los latifundios, formas de organización (mafiosas) de control territorial, carteles —primordialmente organizaciones masculinas—, conflictos políticos, sociales y armados, narcoestado y la demanda del mercado internacional (estereotipado por ellos mismos) no solo con la coca, sino con los productos audiovisuales.

Los productos audiovisuales (novelas, series, películas, documentales, entre otros) sobre el narcotráfico y su incidencia en los aspectos sociales, políticos, económicos, ambientales y culturales, así como sus efectos en las relaciones internacionales de Colombia, es amplia y continua, pero representa una distorsión heroica y estratégica de las hazañas de Pablo Escobar desde Colombia hacia el mundo. Esto plantea preguntas difíciles sobre si tal posición busca el agrado hacia los crímenes de Escobar o a la aprobación de su estilo de vida.

“Pablo Escobar, El patrón del mal” no es la primera telenovela colombiana que usa el mundo del narcotráfico como material para su historia. Sin embargo, al convertir a Escobar en el protagonista, el programa de televisión genera controversia y le despierta a la audiencia curiosidad e interés. Como sabemos, Pablo Emilio Escobar Gaviria fue pionero en el tráfico de cocaína a nivel industrial. Conocido como “El Patrón”, dirigió el Cartel de Medellín desde 1970 hasta principios de la década de 1990. Intervino en todos los eslabones de la producción de cocaína, desde la adquisición de pasta base de coca en los países andinos hasta el abastecimiento de un mercado próspero de droga en Estados Unidos. Además, confrontó al Estado en cuanto a la extradición, demostrando que la violencia extrema puede obligar a los gobiernos a negociar y mostrándonos frente al mundo como un “narcoestado”.

Después de Escobar ha surgido una nueva generación de traficantes “invisibles”. Estos han aprendido que ostentar un estilo de vida lujoso y recurrir a la violencia pública extrema es contraproducente. En cambio, el anonimato es su plan de protección. Esta nueva generación de narcotraficantes asume la figura de jóvenes emprendedores o empresarios exitosos. Son muy diferentes a quienes fueron dominantes en la época de Escobar. Después de la caída de Escobar se modificó la estructura, poco a poco, pasó de ser jerárquica y dominada por unos pocos a ser más federal, fragmentada y horizontal.

Los narcotraficantes continúan teniendo vínculos con las instituciones del Estado. Las élites políticas han estado históricamente vinculadas al narcotráfico y la corrupción. Escobar sigue siendo un símbolo de la narcocultura contemporánea. Sin embargo, pocos han construido un imperio de cocaína como el de Escobar, quien continúa inspirando libros y programas de televisión, y cuyo rostro incluso ha sido estampado en los paquetes de drogas.

Matador



Por otra parte, la pantalla televisiva tiene la ventaja de mostrar lo que desea: se presenta la realidad pasada o presente en forma de entretenimiento, permite llevar a la audiencia una mirada reinterpretada del pasado donde positiviza y humaniza a los villanos, no muestra las estructuras históricas de la violencia, pero las hace atractivas a través de sus personajes. Esa relación entre el proceso del espectáculo audiovisual y el modelo de emociones que muestra a los villanos como seres humanos sensibles justifica las acciones violentas a través de una relación entre las razones y las acciones de estos sujetos mostrados en las narconovelas.

Esta ilustración del caricaturista Matador (2012) refleja cómo se sigue usando el narcotráfico en los medios audiovisuales con el fin de contar esas historias que fueron nuestra realidad, pues nos ha mostrado que es un buen negocio. Inicialmente, se quería contar al mundo lo que sucedió en el país buscando reflexionar, pero realmente lo que ha dejado es identificación con roles de violencia y su justificación: sobrevivir a partir de negocios con la coca.

En conclusión, podemos ver cómo la colonización de los cultivos de coca provocó un negocio rentable como es el narcotráfico. Esta actividad convirtió a los que practicaban el comercio ilícito de drogas en personas heroicas y exitosas que merecen un reconocimiento; es entonces cuando la imagen de los colombianos que se proyecta ante el mundo es la de narcotraficantes.

Así como existe esa postura entre los ciudadanos, también se abre la oportunidad de declarar que no todos los colombianos somos así, que allí solo se representa un momento de la historia de Colombia y a un grupo de personas. Los demás tuvimos que sufrir las consecuencias de esa violencia y conflicto que se generó.

Fuentes:






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