¿Qué nos dejó este período de restricciones y aislamiento?


Hemos vivido 3 años atípicos por la pandemia del COVID-19 y, lentamente, las restricciones se fueron flexibilizando hasta llegar a una presencialidad bastante cercana a la normalidad. El retorno fue gradual, con algo de incertidumbre, con medidas a las que nos fuimos acostumbrando como el tener clases con mayor ventilación, tapabocas y lavado de manos más frecuente. Es probable que en pocos meses ya no queden algunas de estas prácticas, pues suele pasar que dejamos atrás lo que ya no sentimos como necesario.
Se ha insistido en que los jóvenes fueron una de las poblaciones más afectadas y parece razonable entenderlo de este modo, en tanto la vida social y afectiva toma mucha fuerza en la adolescencia, momento en el que los grupos, la aprobación y actividad social se incrementan significativamente. Hay que ver lo fácil que fue la integración de Proyectivo C y Gamma, precisamente por esa necesidad de comunicarse y buscar compañeros cercanos con los cuales compartir y participar de actividades similares. Hoy, 6 meses más tarde, es difícil recordar quiénes hacían parte de cuál de los grupos. Rápidamente se vincularon, establecieron amistades y emergieron algunos noviazgos.
Por otro lado, las redes sociales están más presentes que nunca. Con algo de esfuerzo logramos mayor concentración en las extensas jornadas de presentación de tesis, en las que, pese al llamado de los profesores, el cansancio y la necesidad de comentar sobre la exposición los desconecta de manera intermitente de los trabajos de sus compañeros. Unos pocos se toman el trabajo de anotar observaciones sobre las exposiciones, pero, la inmensa mayoría tiene la mente ocupada en otras cosas. Los chats se convierten en la comunicación preferida. Fotos, selfies, emoticones suelen acompañar el transcurso de las clases
Pero, ¿qué nos dejó este período de restricciones y aislamiento? En primer lugar, han quedado muchas reflexiones y preguntas sobre la vida, la muerte, las despedidas, lo vulnerables que somos los seres humanos. Dependemos de las circunstancias en mayor medida de lo que podríamos llegar a pensar. Algo, aparentemente insignificante como lo es un virus, puede quitarnos la salud, el bienestar, la tranquilidad, la vida. Si esta etapa no nos ha llevado a elevar los niveles de reflexión, habremos pasado en vano esta coyuntura. Las situaciones límite nos llevan a movilizarnos. Algunos, las toman como oportunidades de crecimiento personal, otros las asumen como obstáculos para el desarrollo de sus proyectos.
En segundo lugar, se hizo visible la necesidad de contar con recursos sociales y emocionales para enfrentar las crisis. Sin ellos, o mejor, gracias a ellos, es que salimos adelante en todos los campos de la vida. Pasan a un segundo plano los conocimientos particulares, pues la estabilidad emocional es la que nos permite analizar desde diferentes perspectivas, evita que nos cerremos a unas cuantas explicaciones, mantiene la sensación de optimismo y bienestar, permite que salgan recursos que de otra manera no se ponen a prueba, etc. Se convierte en el centro de lo que somos, sentimos y hacemos.
Pero, ¿qué desafíos trajo la pandemia para los jóvenes de Proyectivo C? Podría decir que se han cuestionado sobre lo que la sociedad espera de ellos. Han expresado dudas sobre sus profesiones, en parte, por no tener la certeza del campo en el que se quieren mover. La gran mayoría se localiza en las Ciencias Humanas, siendo la Medicina una carrera muy solicitada, mucho más que en años anteriores, pues 10 estudiantes se han presentado a este plan de estudios. Una posible hipótesis es que han sentido la necesidad de investigar en este campo, así como manifiestan un fuerte deseo por servir a la humanidad, por ayudar a resolver problemas de salud. Han reconocido y valorado el papel del sistema de salud para enfrentar la pandemia. Es probable que transiten hacia un modelo de sociedad un poco más humano, procurando salud y bienestar para la población.
Las artes y el diseño pasan a ocupar lugares importantes. Es probable que sean hoy en día más importantes que en otros momentos, pues, como espacios liberadores y creativos que son, se convierten en lugares para el encuentro personal, social, para el desarrollo de propuestas originales, para tramitar emociones que pueden haber quedado suspendidas por la pandemia.
Algunos han buscado explorar un poco más sus intereses, no se conforman fácilmente, sugieren que se amplíen las salidas, las prácticas universitarias para tener más elementos de juicio al momento de tomar sus opciones universitarias. En ese aspecto, nos encontramos con un grupo que desea recorrer diversas alternativas, posiblemente las experiencias virtuales los limitaron un poco a aspectos académicos y no tuvieron la posibilidad de conocer de manera directa espacios universitarios, conocer instituciones diversas por su propia cuenta, acompañados de sus amigos y compañeros. Es probable que lleguen un poco más temerosos a la vida universitaria, quizá desconfiados, pero en unos pocos días habrán aprendido que se trata de arriesgarse, salir, conocer, moverse para aprender de la vida. Si hubo algunas restricciones, ya tendrán tiempo para ponerse al día y disfrutar de nuevo de múltiples compañías.
Finalmente, la pandemia ya hace parte de la experiencia de vida. A pesar de la afectación que tuvieron muchos hogares por las diferentes pérdidas de vidas, de trabajo, económicas, como lo muestran las tesis de grado realizadas por los estudiantes de Proyectivo C, también nos confrontamos con la realidad de que el cambio es nuestra mayor permanencia, que necesitamos de los otros para sobrellevar las dificultades y que, en compañía, la carga es más llevadera, como dicen los refranes populares.
Les recomiendo mantener el espíritu colectivo que los ha caracterizado, no dejarse llevar por las presiones sociales – familias y escolares- y buscar niveles de independencia. Finalmente, ustedes son los constructores de sus proyectos de vida.
Un abrazo
Ximena
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El arte de mirar
23 de noviembre de 2022