¿Cómo vemos los padres y madres el Merani?

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OPINIÓN IAM


Dice un dicho popular que cada uno habla de la fiesta según como le va en ella. No dudo de que es una afirmación que no requiere mayor evidencia para ser aceptada; por eso es indispensable tener en cuenta que si queremos saber cómo estuvo la fiesta en realidad, debemos consultar a todos los asistentes y ponderar sus respectivas experiencias.

Por este motivo, los representantes del Consejo de padres ante el Consejo Directivo construimos durante el 2023 el “instrumento de evaluación del estamento de padres”, retomando el instrumento aplicado durante el 2022. Antes de analizar y comentar algunos resultados de esta experiencia, quisiera resaltar tres elementos de este instrumento. Por un lado, el retomar el instrumento aplicado un año atrás, busca empezar la construcción de una mirada histórica que nos permita ver cómo va cambiando nuestra percepción con el paso del tiempo. Es importante resaltar que es una construcción que apenas empieza a concretarse y por esta razón el propósito de este pequeño artículo es dar cuenta de las primeras impresiones recogidas el año anterior y no hablar aún de cambios o transformaciones. En segundo lugar, se destaca que el análisis de los resultados se realizó con la colaboración de algunos profesores del Instituto, buscamos que esta colaboración en el análisis de la información recogida se convierta en una experiencia significativa de trabajo interestamental y que contribuya a la cohesión de la comunidad meranista. En tercer lugar, resaltar que más de la mitad de los padres de familia respondió la encuesta, lo que implica que estamos hablando de una muestra muy significativa.

El clima institucional
Entrando en el análisis, lo primero que podemos decir, es que en general los padres calificamos muy bien el clima institucional, esa tan mencionada variable que, en palabras de Aguirre (2022), es “el reflejo del trabajo en equipo y del desarrollo de habilidades al interior de la comunidad educativa que contribuye al logro de los objetivos de la institución”. Para el 95% de las familias el clima es bueno (60.9%) o muy bueno (34.9%), se destacan las Escuelas de padres, la formación de los docentes del Instituto y la claridad y cumplimiento de los objetivos institucionales. No me cabe duda de esto, tenemos muy buenos maestros y somos familias deseosas de aprender para ser cada día mejores padres para nuestros hijos y son factores que esperamos se sigan fortaleciendo.

Grafica Uno de los aspectos por seguir mejorando está en la comunicación con los padres (justamente una de las prioridades institucionales durante el 2023) y la cohesión entre estamentos. Respecto al primer factor es útil resaltar que la percepción de que la comunicación presenta fallas va creciendo a medida que los padres hacen parte de ciclos mayores (el 100% de los padres de Exploratorio que respondieron la encuesta dijeron sentirse escuchados, mientras que solo el 68% de los padres de Proyectivo afirmaron estar satisfechos con este aspecto), pero sobre todo que es un tema más complejo en cada cierre de ciclo.

Es posible explicar lo anterior pues en los techos de ciclo se presenta mayor ansiedad causada por la promoción basada en requisitos y no en notas, así como en la naturaleza misma que implica el cierre de un proceso. Tal vez por ello las familias se sienten menos escuchadas. Sin duda son momentos en los que las dudas abundan y el acompañamiento debería ser diferente respecto a otros momentos del desarrollo. El tema también puede estar conectado con el hecho de que a medida que nuestros hijos van creciendo su autonomía e independencia nos hace sentir más aislados del proceso y es fundamental que el colegio acompañe estos procesos para evitar la acumulación de ansiedad. No se trata de sustituir a nuestros hijos y reducir su autonomía, sino de entender de mejor manera la forma de acompañar estos procesos cambiantes.

En este aspecto, las familias resaltan que se requiere disponibilidad de espacios para plantear las dudas y opiniones, pero al mismo tiempo evalúan muy bien el funcionamiento de los canales convencionales de comunicación (correo, circulares, la comunicación con los coordinadores de curso y con otros padres), de forma que lo que quizá se requiera sean canales alternativos pensados para disminuir la ansiedad en momentos específicos, como los cierres de ciclo. De igual forma, fortalecer el conocimiento sobre el rol del Consejo y en general de los entes de representación, que no solo ayudará a fortalecer los canales de comunicación, sino también contribuirá a mejorar la participación e incidencia de los padres en los procesos institucionales. El rol central que podrían cumplir los padres representantes es pensar mecanismos para favorecer la autonomía, sobretodo en los techos de ciclo.

Participación y cohesión como estamento
Otro aspecto que los padres consideran debe mejorar dentro del Instituto es la cohesión entre estamentos, y especialmente la cohesión como familias. La falta de espacios para encontrarnos durante cerca de 3 años de anormalidad sin duda hizo mella en la unión de muchos cursos y la posibilidad de participar activamente de muchas familias. Actualmente, las familias estamos pidiendo tener mayor participación en los procesos del Instituto, sentirnos más escuchados y activos. Los grandes interrogantes que debemos responder nosotros mismos son ¿en qué exactamente deseamos participar? ¿qué tipo de acciones queremos emprender como estamento para contribuir a mejorar el ambiente de desarrollo y la educación de nuestros hijos? y ¿cómo deseamos fortalecer nuevamente esos lazos como comunidad?

No somos expertos en pedagogía (al menos la mayoría de padres no lo son) y somos conscientes de ello, así que muy seguramente no es incidir en el modelo pedagógico lo que estamos buscando, pero quizá sí podemos aportar a la coherencia del modelo institucional haciendo parte más activa de muchas propuestas que surgen a inicio de cada año y que poco a poco se van quedando sin la fuerza que le podría imprimir la existencia de un grupo detrás que se vaya apropiando de la iniciativa.

Una familia afirmó “Falta constancia y continuidad en proyectos, no se evidencia avance en muchas ideas que surgen al principio del año y se abandonan a tan solo meses de iniciar”; podemos mencionar dos ejemplos de esto: el plan de alimentación saludable o el programa de familias tutoras. Quizá no estuvimos al tanto del avance de estas propuestas, quizá en efecto se quedaron en una fase inicial ante la falta de tiempo y la existencia de otras prioridades. Cualquiera sea la respuesta, resultaría fundamental para la cohesión, tanto de nosotros como familias, como de la comunidad en general, tener la oportunidad de acompañar de forma más activa y abierta este tipo de iniciativas que contribuyen al bienestar de todos al interior del Instituto y nos permiten sentir esa cercanía. Esta situación contribuiría de manera significativa a la apropiación del modelo pedagógico por parte de las familias, algo que sin duda disminuirá la ansiedad y la sensación de aislamiento que muchas veces podamos sentir.

Cómo nos vemos como padres
Uno de los resultados más interesantes se encontró al preguntarle a las familias por el modelo de autoridad de cada padre. Siempre he considerado que esta es una comunidad muy dada al diálogo, la escucha y la construcción de acuerdos al interior de nuestros hogares. Sin embargo, quizá no somos tan democráticos como pensamos; solo el 59% de los padres y el 63% de las madres afirmó responder al estilo democrático de autoridad. Lo bueno es que las familias empiezan a darse cuenta de ello y a buscar mecanismos para mejorarlo (la gran participación en el PAF de estilos de autoridad es muestra de ello); lo malo es que ahora empezamos a percibirnos como familias autoritarias (21% de los padres y 16% de las madres), y esto contrasta con que cerca del 70% de estudiantes del colegio consideran que sus padres son permisivos o ambivalentes. De esta forma enfrentamos un gran riesgo: flexibilizar unas estructuras que ya son vistas como débiles.

Es por esto que, como familias, consideramos útil y necesario que se fortalezcan iniciativas como el PAF, que nos ayuden a ser más conscientes de la forma en que estamos educando a nuestros hijos y nos den herramientas para hacerlo de la forma más coherente posible. Solo con esta consciencia y las acciones correctivas podremos enfrentar de la forma más adecuada el desarrollo de nuestros hijos en un ambiente cada vez más dinámico (o que incluso percibimos como caótico).

El entorno de nuestros hijos y cómo el colegio incide en ellos
Grafica El IAM viene planteando hace ya un par de años que niños, niñas y adolescentes están cayendo en un escenario de “aislamiento” y reducidas interacciones sociales fuera del entorno escolar. Al indagar con las familias sobre este aspecto resulta llamativo que el 30% de los niños y niñas de Exploratorio y Conceptual, y cerca del 50% de estudiantes de Contextual y Proyectivo, presentan desinterés por construir este tipo de lazos (línea gris del gráfico). Justamente en esa etapa donde lo fundamental son los pares, los referentes que construimos, nuestros hijos están entrando en esa apatía y aislamiento.

Revertir estas tendencias es una responsabilidad compartida entre familias e Instituto; a nosotros nos corresponde ayudar a crear espacios de interacción en nuestros hogares, buscar actividades que permitan a nuestros hijos conocer más personas. ¡Ojo! No se trata de actividades extracurriculares que agreguen carga y trabajo, sino actividades de esparcimiento, deportivas, culturales, etc. donde tengan la oportunidad de interactuar con más personas de su edad.

Al Instituto, deseo resaltar el llamado que hicieron los estudiantes (a través de sus propios representantes) por aumentar el tipo, regularidad y duración de las interacciones con otros colegios pues esto podría tender puentes para ampliar las interacciones sociales más allá de lo académico y romper este escenario de “burbuja”.

Otro aspecto a resaltar es la sensación de ansiedad que percibimos en nuestros hijos respecto a la evaluación, y es que cerca del 40% de las familias afirmaron que ven a sus hijos ansiosos respecto a este proceso. Las causas de esto pueden ser múltiples: autoexigencia de los estudiantes, sobreexigencia por parte de los padres de familia, el retorno de la condición de excelencia tras tres años sin tenerla en cuenta (lo que hizo que para muchas familias esto fuera incluso un tema totalmente novedoso), entre otras. Creo, desde mi experiencia, que la mejor herramienta para disminuir esta ansiedad es justamente pensar en términos de excelencia, entender que cada uno de nuestros hijos es muy bueno en algo y que no necesitamos presionarle para que lo haga bien todo, dejarlo decidir en qué área o materia se quiere enfocar y que ponga todo su potencial en ella.

Ahora, debemos ser cuidadosos frente al tema. Cada día se habla más de salud mental y esto nos ha permitido ser conscientes de la presencia de tristeza, miedo o ansiedad en nuestros hijos, esto sin duda es excelente; pero tengamos cuidado con una tendencia creciente a magnificarlo y a patologizarlo todo. No es lo mismo estar preocupado que sentir ansiedad, no es lo mismo tener un momento de tristeza que deprimirse, escuchemos con atención y calma para no terminar siendo los causantes de la angustia o tristeza desmedida que justamente deseamos disminuir.

También es necesario hacer un llamado al Instituto para que se siga revisando; el sistema de evaluación puede seguir siendo pensando y cualificado. Una familia afirmó “el sistema está hecho para que un niño que no pasa el nivel 1 o 2, ya no llegue a la excelencia; entonces el mensaje es que quien se equivoca no puede llegar a ser excelente”; quizá esta percepción contribuya también a la sensación de ansiedad e impotencia, el no tener margen de error nos presiona mucho más de lo necesario. Tal vez existan mecanismos que permitan que el sistema por niveles promueva la excelencia entendiéndola como un proceso de construcción diversa que no necesariamente implica aprobar cada fecha ni obtener un nivel destacado en todas las asignaturas.

Para cerrar
Deseo cerrar este artículo con tres llamados:

  • A las familias: sigamos proponiendo, no desistamos aun si en algún momento sentimos que no hemos sido escuchados, quizá solo nos hizo falta dar más argumentos o decir las cosas en el momento preciso. Hagamos parte activa de los comités, en especial el de representantes. El ideal es que cada familia haga parte del Consejo al menos una vez durante su trayectoria dentro del Instituto y que este no se convierta en un grupo invariable y aislado de la comunidad. Sigamos acompañando el proceso de nuestros hijos con esa fuerza que lo hemos hecho hasta ahora y construyamos comunidad. Al final ese es el recurso más valioso que puede tener cualquier sociedad.
  • Al grupo de representantes de este año: continúen construyendo esta historia, en unos años será muy útil ver cómo hemos evolucionado como padres; sean buenos guías, muchas veces el escucharnos entre nosotros es suficiente para tranquilizar a una familia o a todo un curso. Y reúnanse, no esperen solo la decisión del colegio para convocarlos, como representantes pueden tomar la iniciativa de proponer una reunión o una actividad, tengan la certeza de que el colegio acompañará toda iniciativa que redunde en mejorar nuestro bienestar.
  • Finalmente, al colegio, y para cerrar con la misma analogía que inicié este escrito: un buen anfitrión, especialmente si aspira a seguir siendo líder de las fiestas por un muy largo tiempo, debe escuchar a todos los invitados; aun si sus opiniones representaran una minoría, no por ello son menos relevantes, quizá solo han visto algo que los demás no o que los otros no han llegado a ponderar como negativo, pero que, a largo plazo, podría llegar a serlo.
  • Y recordemos todos, la verdadera innovación educativa, así como las utopías, implica caminar sin parar pues es un ideal que nunca está acabado, y siempre es mejor caminar en comunidad.
Óscar E. Pérez
Padre de estudiante de Conceptual Ba y Proyectivo Alfa y Representante de padres ante el Consejo Directivo del Merani en 2023


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