Día Del Afecto: El afecto como la huella en nuestra esencia
Existen muchos días que son especiales para la comunidad meranista, días en los que podemos sentir, disfrutar y reír junto a los que más queremos. Días en los que podemos darnos la oportunidad de conocer sobre nosotros mismos. Sin embargo, no creo que exista un día tan especial como el Día del Afecto, un día en el que podamos demostrar y expresar lo que somos de la manera más auténtica y sincera posible. El Día del Afecto nos abre el camino a expresar libremente lo que conforma nuestra propia identidad, nos da la oportunidad de expresar todo lo que llevamos en lo profundo de nuestro corazón; además, el amor, la sinceridad y el cariño que se puede transmitir fácilmente en las sonrisas y abrazos que compartimos ese día, nos permite ser conscientes de nuestra cotidianidad, en la que muchas veces olvidamos amar y agradecer. Tal vez por la costumbre o por la vulnerabilidad que eso implica, pero el ambiente de ese día es capaz de brindarnos confianza y tranquilidad, dejando fluir cada una de nuestras emociones más profundas.
Aunque sabemos que es un momento trascendente para cada uno de nosotros, también lo es para la identidad meranista que intentamos construir diariamente. El Día del Afecto no solo es una celebración, sino también una manifestación de los valores y los actos que hemos formado como parte de nuestra identidad como meranistas. Estos valores y actos se centran en la compresión y la sensibilidad frente a los gestos de afecto y el apoyo mutuo, que permiten fortalecer nuestro corazón y sentido de comunidad, de unión. En este día, recordamos que cada gesto de cariño, cada palabra escrita en un corazón contribuye a construir un ambiente en el que todos nos sentimos escuchados, valorados y amados. Nos permite unirnos como una segunda familia en la que se nos enseña a demostrar y celebrar nuestro amor como una forma de vida, y no únicamente en una ocasión especial.
Para nosotras, como estudiantes de Proyectivo C, el Día del Afecto tiene un significado aún más profundo. Siendo nuestro último año, lo vivimos de manera especial porque sabemos que es una de las últimas oportunidades que tenemos para expresar nuestro cariño dentro de una comunidad que ha sido nuestro hogar por tantos años. Este día nos invita a reflexionar sobre los lazos que hemos formado, a agradecer las amistades que nos han acompañado y a dejar una huella con quienes hemos compartido este camino. El Día del Afecto constituye realmente una colección de experiencias que cultivan un montón de sentimientos y mensajes hacia las personas que te rodean y la comunidad que conforman, y parte de llegar finalmente a Proyectivo C es vivir ese último Día del Afecto, y entender que parte de agradecer, de disculparse y revivir esos sentimientos es también aprender a soltar. Es verdad que no es sencillo, así como no es sencillo ser honesto y escribir un corazón que pida disculpas, o un corazón que trate de unir de nuevo lazos que se han alejado, pero vale la pena vivir ese día (en especial si es el último) atreviéndose a sentir y reflejando honestidad y cariño con nuestras palabras.
Este año el Día del Afecto llegó para finales de mayo, mucho más antes que en años anteriores, y una lección que acompañó esta última jornada es que, sin importar el día o el mes, la jornada no se limita al instante en que se entregan los corazones, sino a algo mucho más largo que eso, si se vive con honestidad y autenticidad. Nosotros estando en las rectas finales de nuestro recorrido escolar, hemos podido verlo y vivirlo múltiples veces, porque cuando el miedo y la simplicidad se ven comprometidas entre los corazones, será más difícil que esta jornada logre una trascendencia positiva y que una de manera duradera a la comunidad meranista.
Estando en Proyectivo C, es siempre constante el pensamiento de estar haciendo algo por última vez, presentando niveles, viendo materias, compartiendo con tantas personas, todo por última vez. Este largo recorrido ha sido importante para entender también la importancia de ser honesto, tarde o temprano, con uno mismo, y poder brindar a los demás una parte de nosotros escrita en un corazón de papel.
Sentir es complejo, y aún más complejo es expresar esos sentimientos que nos unen y al mismo tiempo nos pueden llegar a dividir, el poder del Día del Afecto y el arraigo de cada estudiante a esta jornada dependerá de su capacidad para mostrar lo que siente, batallando de muchas maneras con la pena, el orgullo, el tiempo y el arrepentimiento. Sin importar los horarios, la verdad es que nunca es tarde para dejar salir lo que somos en realidad, y compartirlo con quienes nos han visto crecer durante tanto tiempo. En este orden de ideas, el legado de la promoción 2024 les pide a los estudiantes meranistas, a los profesores y a los funcionarios que conforman toda la institución, que vivan y sientan de manera auténtica, esperando y anhelando siempre ese momento en el que la tinta toca el papel y llega con chocolates, risas y lágrimas un Día del Afecto que jamás se repetirá.
La identidad meranista tiene la oportunidad de crecer con actividades que inviten a sincerarse y a celebrar los lazos construidos, mucho más allá de lo que tenemos en el día a día, el valor de una comunidad que expresa en palabras para construir, reparar y soltar tiene que ver más con lo que nos hemos permitido ser más que con lo que seremos. Mirar al futuro implica asumir lo que hemos sido durante tantos años, y los caminos que abiertos y cerrados han marcado una historia y un hilo en la vida de cada uno de nosotros. Las últimas palabras son entonces un agradecimiento y una promesa, de vivir con entusiasmo y determinación por sentir, y llevar siempre el recuerdo de un recorrido meranista que todos los años, en algún momento determinado, nos pidió a todos sentir con el corazón en el pecho y la mano en el papel.