El legado del lápiz: del ICFES a las pruebas de la vida
El fin último de la educación para algunos colegios: el examen que abrirá puertas para algunos en el futuro y la prueba que definirá el puesto que ocupará nuestra promoción entre las miles del país. Las pruebas Saber 11 se aplicaron el 18 de agosto a todos los estudiantes de grado once del país, entre ellos los 38 alumnos meranistas. 38 estudiantes que requieren 38 lápices, entregados en la Ceremonia de los Lápices.
La Ceremonia de los Lápices es una tradición que inició en 2016. Cada estudiante escoge a un profesor significativo en su paso por el IAM para que le entregue el lápiz con el cual presentará el examen de Estado. Sin embargo, no es sólo un lápiz para una prueba, es también un recuerdo. Es también una voz motivadora, sincera y sabia que aconseja a un chico que apenas va a romper el cascarón y entrará a la universidad.
“[Sobre la ceremonia de los lápices…] lo más lindo fue que sentía mucho amor hacia todos, creo que fue uno de los momentos en los cuales me di cuenta de que ya de verdad me iba a ir y sentí mucha nostalgia, pero, dentro de esa nostalgia, mucho cariño por los profes, por el curso, por el colegio… como por todo”.
Irene Pardo, 2024
Cada estudiante de Proyectivo C había escogido a un profesor, no solo por la sabiduría impartida, sino por el impacto profundo que había dejado en su vida. Ese profesor, elegido no por su título sino por su trascendencia, sería el encargado de entregarle el lápiz. Ese objeto cotidiano que en este contexto cobraba una nueva dimensión: la capacidad de seguir recordando.
Fueron días bañados por los últimos destellos del año escolar, cuando los estudiantes de Proyectivo C se reunieron en el aula. Esa misma aula que habían compartido por varios años, aquellos días de agosto se sentía totalmente distinta. Esa sala, que había sido escenario de innumerables momentos de aprendizajes, desafíos y experiencias diversas, se transformaba en un espacio sagrado: un lugar de despedidas y legados. La ceremonia que los esperaba era sencilla, pero llena de significado: la entrega de un lápiz, símbolo de lo que habían construido y lo que aún tenían por escribir.
“Uno como docente, cuando lo eligen a uno, descubre el aprecio, el cariño y la trascendencia que tiene sobre algunos estudiantes; que uno esté ahí… es emotiva esa parte. Siendo el último año, se fortalecen los lazos con esos estudiantes, con los cuáles se generó ese vínculo y esa conexión”.
Francisco Ordóñez, 2024
En la ceremonia por lo general los estudiantes empezaban tomando la palabra y se tomaban un tiempo para expresar todo su agradecimiento y gratitud hacia el profesor que seleccionaron como su referente en sus largos años en la institución. Este espacio se prestaba para que en los estudiantes afloraran recuerdos, anécdotas, pasión y reconocimiento, entre otras muchas cualidades y sentimientos significativos alrededor de sus andanzas por el colegio y particularmente alrededor de los momentos vividos con el profesor elegido. Después de estas palabras de los estudiantes venía una respuesta igual de significativa y profunda por parte del profesor, quien aparte de agradecerle al estudiante nos dejaba un mensaje a todos como curso para poder afrontar de la mejor manera posible los retos futuros.
“Uno corrobora su vocación como docente, en especial cuando impacta. Llevar poco tiempo en el Merani y generar un impacto desde que entré, en la vida y en el proyecto de los estudiantes, creo que eso es lo bonito”.
Iván Escobar, 2024
Aquel verso de nuestra canción de promoción, “No te lo puedo explicar hasta que llegues a C”, aplica tanto al proceso de cierre de la vida meranista como al impacto que tiene esta ceremonia en particular. Tras pasar años en el colegio, es imposible no haber conectado profundamente con un docente. Sea desde la admiración o un vínculo mucho más amistoso, la conexión con los docentes sin duda es algo que ha marcado nuestro paso por el Instituto.
“Cuando vi a Mariela [profesora elegida por Santiago] regresar, porque hace mucho no la veía y ella para mí marcó demasiado, digamos que fue curioso… porque apenas se asomó por la puerta, se me resbaló una lágrima. Para mí fue muy significativo ese momento”.
Santiago Marquínez, 2024
Nuestros días en la institución están contados y esto genera todo tipo de emociones. Sin embargo, es importante hacer un cierre adecuado con cada miembro de la institución, tanto los administrativos, como los docentes y compañeros de promoción. En este sentido, es clave agradecer constante y profundamente. Específicamente, dar gracias a nuestros maestros, personas que seguramente en algún momento nos han dado una mano y que se esfuerzan día a día para que crezcamos como estudiantes y, aún más importante, como personas. Estos seres humanos que dedican su tiempo a la admirable labor de enseñarnos, a cultivar conocimientos y valores en nosotros, el legado que nos aportan es un motivo esencial para agradecerles infinitamente. Ubicamos esta visión como una de las principales causas por las cuales los casi-egresados consideran la ceremonia de los lápices como un espacio enormemente trascendente y profundo.
“Lo mueve a uno mucho. Es muy bonito ver la disposición y la emoción que se genera al escuchar a los estudiantes decirle lo que sienten a los profesores. Me parece espectacular. Cuando ellos empiezan a hablar, a expresar lo que sienten y cómo los ha influenciado uno… eso es indescriptible”.
Marlene Saab, 2024
Para los estudiantes es un espacio único y memorable del último año, percepción que los profesores también comparten. Los docentes concuerdan en que este espacio llena de sentido su labor y que resulta muy conmovedor notar que han impactado de semejante manera en la vida de un joven. El reconocimiento dado al docente en la ceremonia es sumamente valioso para él o ella. “Indescriptible” o “bonito” son algunos de los términos que usan los profesores al referirse al emotivo agradecimiento realizado por los estudiantes.
Sentimos que, si bien los profesores están ahí todos los días, paulatinamente pasa a un segundo plano la trascendencia de su labor más allá de lo académico, dejando de lado aspectos emocionales claves para el desarrollo integral de los estudiantes durante los años en el Instituto y esenciales para el futuro de cada uno de ellos. En la cotidianidad del Merani, la rutina puede ocasionar que esta labor tan invaluable, muy ligada al cuidado y motivación por parte de un docente, se invisibilice.
“Lo más significativo fueron las palabras de los estudiantes. Uno, si es profesor, sabe que busca impactar a las demás personas y generar un cambio muy positivo y muy bonito en los otros, y verlo realizado en ese momento vale más que cualquier cosa”.
Jorge Muñoz, 2024
Para terminar, queríamos agradecer de nuevo a nuestros guías en este proceso educativo, nuestros profesores. Cada uno de ellos ha dejado por medio de la enseñanza una huella que trasciende en el tiempo y es totalmente imborrable para todos nosotros. Agradecemos infinitamente cada consejo, cada risa, cada charla y cada momento vivido y compartido a su lado. Son y serán siempre un referente y unas personas admirables.
Así mismo, recomendamos a la comunidad meranista, específicamente a las próximas promociones, que valoren cada momento que vivan al lado de esas personas tan increíbles y comprometidas que solemos llamar profesores. Esperamos que vean en cada uno de ellos personas que son totalmente dedicadas y apasionadas por el aprendizaje de los estudiantes, esperamos que vean a sus profes como aliados para el desarrollo de sus proyectos de vida y guías que desde su experiencia siempre estarán dispuestos a ayudarlos. Por último, los queremos dejar reflexionando con esta frase de Henry Adams, hombre de letras e historiador americano: “El maestro deja una huella para la eternidad; nunca puede decir cuándo se detiene su influencia”.
¡GRACIAS, PROFESORES!
“Creo que era muy tierno, porque uno podía aprovechar para decirle al profesor todo lo que sentía por él, que muchas veces no se dice en los días cotidianos”.
Matías Sandoval, 2024
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30 de noviembre de 2024