Los estudiantes de cinco colegios de Bogotá, entre ellos del Instituto Alberto Merani, exponen en el Congreso de la República la visión de país que tienen y proyectan de Colombia.
El Seminario de Sociales que realiza en Instituto Alberto Merani es una asignatura que los estudiantes del ciclo Proyectivo (9°, 10° y 11°) eligen de acuerdo con sus proyecciones profesionales e interés por el conocimiento. Cada año tiene un propósito distinto, el cual los ha llevado a analizar el rol de las juventudes en Latinoamérica y Europa, lo sucedido con el plebiscito, la mediación de los acuerdos de paz en las escuelas, la construcción de identidad de los jóvenes en la situación de confinamiento, el rol de la mujer y la construcción de género en contextos conservadores y liberales, entre otros temas.
Para este 2024 se propuso encontrar a los estudiantes con el país que vivimos. "La idea es que ellos puedan interpretar a partir de las categorías de las ciencias sociales lo que sucede desde lo político, económico y desde lo cultural, las dificultades que tenemos en temas de derechos de inclusión y las problemáticas sociales en las que vivimos. Es lo que siempre se ha llamado en el Instituto Merani la innovación de las ciencias sociales. Nos recuerda formar en ciencias sociales para transformar ese mundo y acercarlos a la realidad”, explica la docente del área de sociales Angie Rojas. El Seminario cada año convoca instituciones aliadas para formar debates entre estudiantes. Esta vez se decidió que la cita fuese en el Capitolio Nacional.
La llegada de los 170 estudiantes al Salón Elíptico fue emocionante no solo para ellos sino para quienes los vieron maravillarse al entrar. Sin pedir permiso y sin vergüenza, se abalanzaron a las sillas de los congresistas para tomar sus lugares. Miraban con detalle la arquitectura republicana y neoclásica del recinto, el mural de Bolívar en Villa del Rosario y el vitral del techo que hace alegoría a libertad. Sin pensar en el protocolo, se acercaron cuidadosamente a ver la obra del maestro Obregón "Tres cordilleras y dos océanos" de 1986 que enmarca los acalorados discursos. Fue la obra que más les llamó la atención. Y no sería una casualidad, porque es un guiño al debate y a las opiniones. Así lo describió el poeta Juan Gustavo Cobo en una entrevista por los 30 años del fresco: “Que los cóndores y las barracudas vayan en sentidos opuestos no es gratuito, sirve para mostrar que dos corrientes contrapuestas pueden convivir en el mismo espacio. Toda una lección para nuestros legisladores”.
Tantos años de antigüedad no les cabían en sus ojos. “Es clave este escenario, ojalá ellos no lo tomen como solo una visita. Los jóvenes deberían darle más significado porque históricamente no se ha abierto a ellos y ellos han tenido que buscar otros como la calle, la música y el deporte”, dice el docente del Merani, Jorge Fernández.
A sus 15 y 16 años, los estudiantes de los colegios públicos Abel Rodríguez y Alemania Unificada y de los colegios privados Juan Ramón Jiménez, Gimnasio Moderno e Instituto Alberto Merani tomaban la palabra para exponer las ponencias que han desarrollado en sus aulas de clases durante este año. Para escucharlos, también estaban convocados cuatro Representantes a la Cámara: Martha Alfonso de la Alianza Verde (Tolima), Saray Robayo de partido de la U (Córdoba), Juan Espinal del Centro Democrático (Antioquia) y el vicepresidente de la Cámara, David Racero del Pacto Histórico. Solo los dos últimos cumplieron con la cita.
¿Qué dicen los estudiantes?
A los jóvenes no solo les preocupa su educación y trabajo próximo, también les angustia la visión general de las condiciones de vida de los habitantes del territorio nacional. Más allá de concebir un panorama a futuro lleno de ilusiones y de certezas, los jóvenes hacen un análisis crítico del pasado y del presente histórico y político.
En sus intervenciones sospechan de las garantías constitucionales que amparan las comunidades indígenas y la supuesta libertad de culto que tiene la ciudadanía. Además, cuestionan la cultura de narcotráfico que heredan, las secuelas de la guerra en niños víctimas de reclutamiento y las condiciones de desigualdad de los grupos étnicos que los ha llevado, a través de los años, y gobierno tras gobierno, a una pobreza multidimensional.
“Colombia tiene los recursos naturales y humanos suficientes para el país que soñamos”. Así lo aseguran los estudiantes del colegio Alemania unificada Roger Muñoz, Karol Moralesy Anay Mancipe en sus investigaciones, una de ellas “La realidad compleja de Colombia, desafíos y oportunidades”. El reto que ven para el país es pensar qué estrategias trabajar para crear una sociedad más justa y prospera. Una estrategia que pueda sortear el narcotráfico y el impacto negativo que ha tenido en la cultura y en la visión de mundo de los jóvenes, donde ven de forma accesible una estabilidad económica en perjuicio de su integridad física y moral.
“Vivimos en un país donde los partidos políticos no fueron garantía de democracia y en donde las instituciones traicionaron nuestra confianza”. Esta fue la conclusión a la que llegaron Nicolás Bohórquez, Gabrielle Sofía Rincón, Lorenza Plazas Vega, Sergio León y Nicolás Cárdenas, estudiantes del Colegio Liceo Juan Ramón Jiménez. Ellos expresaron en medio de consignas poéticas, su enfado y tristeza por el hostigamiento y casi aniquilación de la Unión Patriótica, por las ejecuciones extrajudiciales por parte de la fuerza pública y las fuerzas armadas, por las víctimas que dejaron los secuestros perpetrados por las FARC y por el reclutamiento forzado de menores de edad. Se cuestionan si nuestro país le teme a lo diferente. Se preguntan sobre los límites éticos se diluyen en un país capaz de violentar los derechos de los niños y las niñas. Dicen con miedo, si quienes deben cuidar de ellos no garantizan su seguridad, entonces ¿quién? Quieren un país con una nueva historia como nación donde la paz sea una realidad, en la que se repare el conflicto con trabajo y obras.
"Debemos cuestionar nuestro lugar de privilegio cuando el país que queremos no garantiza la construcción de identidad desde la otredad". Este fue el llamado que hicieron Alnáua Guzmán, Isabella Lasso, Liam Acevedo y Sofia Malaver estudiantes del Instituto Alberto Merani. En su investigación “Huellas históricas constitucionales: los derechos de la población Indígena y las tensiones religiosas en Colombia”, encuentran que las intersecciones de las dos cosmovisiones siguen teniendo una motivación evangelizadora, priorizando las costumbres católicas pero que ha significado una apertura cultural que sería ideal seguir explorando y ampliando.
Ponen de ejemplo el caso de la Comunidad Tanuko, a quienes su cultura y sus tradiciones no son valoradas ni tenidas en cuenta como justificación para evitar la sobreexplotación de estos territorios. El Estado no ha actuado en función de la protección ambiental, cultural y espiritual de esta comunidad. (Guzmán, Lasso, Acevedo, Malaver. 2024) Y también ponen de ejemplo el Acuerdo de Escazú, en el que, en medio de un debate, un congresista del Centro Democrático acusó a la comunidad Muisca de hacer brujería por un pequeño altar que representaba a la Madre Tierra.
Para los estudiantes es inconcebible la imposición de la cultura occidental que pone en riesgo la cultura indígena. También, que las comunidades aún tengan que luchar por su distintividad, reconocimiento y mejoramiento económico pese a estar contemplado en la Constitución. El país que quieren es que se siga trabajando por un pluralismo religioso y por la diversidad ancestral para que se comprendan las diferencias de las comunidades y su enfoque sea hacia el enriquecimiento cultural y no solo a la conversión.
Por otro lado, los estudiantes del Colegio Abel Rodríguez Céspedes recurrieron al reconocimiento de su territorio y de las necesidades inmediatas de los jóvenes de la localidad de Engativá. “Las decisiones de los gobernantes inciden en los requisitos para acceder a un empleo y acceso a la educación superior”. Expresan su frustración al ver que hay futuro al irse del país. “Uno quiere estudiar algo, pero no es fácil para que los papás paguen”. Sin duda concluyen que la educación es una oportunidad para “salir adelante” y para augurar “un buen futuro”.
El Merani tuvo dos ponencias más relacionadas con el abandono de las ruralidades y la marginalidad. Estas dos intervenciones estuvieron a cargo del grupo conformado por Ana María Bernal Pallares, Gabriela Delgado Rico, Martina Domínguez Mendoza, Mariana Martínez Gómez y Daniel Felipe Torres Duarte y por el equipo de Alejandra Zapata, Emmanuel Morris, Juan Huertas, Martín Rodríguez y Manuel Vásquez, respectivamente. Allí se criticó que en pleno siglo XXI aún haya poblaciones que tengan dificultades en el acceso a los servicios públicos, en la conectividad y en el mínimo de recursos para tener una vida digna. “La marginalidad social, política, económica y cultural es un obstáculo gravísimo para el desarrollo integral de un país”.
En sus voces vehementes y en la claridad que solo da las ideas argumentadas en la cabeza, que deberían tener muchos de los políticos que están a cargo de este país, dicen que si no se supera la marginalidad heredarán un país violento y descontento por la inestabilidad social, sin democracia, sin capital humano formado y productivo y con unas condiciones de vida precarias.
¿Corcharon a los Congresistas?
Los estudiantes a la hora de exponer sus ponencias no se les vio nerviosos. De hecho, impresionó la elocuencia de algunos. Tampoco les tembló la voz cuando tuvieron la oportunidad de hacerles preguntas a los congresistas Racero y Espinal. A diferencia del discurso político, que recrimina o que cae en lo “correcto” para no herir susceptibilidades, los estudiantes tomaron el micrófono y los interpelaron, entre muchas preguntas estas fueron las más “corchadoras”: ¿Cómo incitar a los jóvenes de hoy en día para que hagan carreras políticas?¿Cómo en CD nos invita a que en Colombia se ponga en práctica en fracking en medio de la crisis de agua que estamos viviendo?¿Enserio puede Colombia ser una potencia mundial?¿Qué se está haciendo en contra de la marginalidad?¿Qué estrategias o mecanismos ustedes promueven para incentivar a la ciudadanía joven a participar en las elecciones?¿Qué piensa en CD sobre sobre la comunidad lgbtiq+?¿Qué piensan sobre la educación superior a futuro en Colombia?
¿Qué país queremos?
Desde finales del siglo XVIII y XIX el papel de los jóvenes en Latinoamérica y Europa ha sido protestar, criticar y pedir cambios. Pero, ¿qué pasaría si los jóvenes no toman un rol activo en la sociedad en la que viven? ¿Qué pasaría si se reprime ese ímpetu que necesita la sociedad para no añejarse? ¿Qué pasaría si las instituciones educativas no continúan motivando estos espacios de participación y vinculación?
“Si no lo hacen, los jóvenes se vuelven obedientes; si se vuelven obedientes, se vuelven conformistas; si se vuelven conformistas, termina la sociedad siendo una sutil dictadura”, añade el profesor Jorge Fernández. Algunos profes dicen que se estaría formando lo que algunos pensadores del siglo anterior llamaban “los intelectuales funcionales de la cultura” pero no unos “intelectuales transformadores de la cultura”. De ahí la importancia de acercarlos a contextos para que no se queden en interpretar el mundo sino en transformarlo. Además, de su relevancia para apoyar y dar nuevas luces con el propósito de mantener la esperanza como nación y que nunca muera.
El Representante David Racero les dice a los jóvenes que no olviden que el amor se asocia con la política, porque la política en el fondo es amor sublime porque se ama y se trabaja por quien no se conoce a través de leyes y debates. “Háganse muchas preguntas porque tienen toda una vida para responderlas”.
El Representante Juan espinal del Centro Democrático les dice que hagan las cosas por convicción. Que es posible y necesario dialogar en medio de las diferencias y que deben tener siempre un respeto por la institucionalidad. “No sé dejen poner etiquetas porque le hace daño al ejercicio político. Si tienen una ideología política constrúyanla con responsabilidad”.
Quizás madurar no significa asumir un rictus serio ante la vida. A propósito de Kant, madurar es salir de la minoría de edad con una actitud crítica que deberíamos aprender y conservar de la forma como la adolescencia y la juventud nos enseñó en esos cortos años. Para eso sirven las etapas de desarrollo.
El evento duró tres horas. Los estudiantes evacuaron el recinto felices por su experiencia, por el momento de diálogo que tuvieron, por conocer otras perspectivas y porque les ayudó a entender mejor a su país, porque se sintieron escuchados y porque se sintieron activos en una democracia que salen con el convencimiento de proteger.
PD: Si los estudiantes se llevan como aprendizaje que pueden debatir en medio de la diferencia… muchos de ellos esperan tener garantías para tener debates maduros y de respeto en los almuerzos familiares…
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