RIDERS ON THE STORM - 15 AÑOS DE SEPIA

30 de noviembre de 2024
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Cuando me pidieron que escribiera un breve texto para presentar la siguiente canción, sólo se me ocurrieron los viejos clichés: que las letras de este grupo deben ser escuchadas con detenimiento, pues su escritor, el Rey Lagarto (o Jim Morrison), está influido, supuestamente, por Blake, Baudelaire y Rimbaud (y cualquier otro escritor maldito que se nos ocurra, signifique eso lo que tenga que significar); que, además, las composiciones y el mismo nombre de la banda, The Doors, alude al libro de Aldous Huxley titulado “Las puertas de la percepción” y, por lo tanto, sus creaciones son una afirmación de que la imagen simbólica en el arte no necesariamente proviene de la interacción con los hechos físicos, sino con la recóndita materia del inconsciente o de los múltiples niveles de consciencia que se pueden experimentar cuando se consumen sustancias siempre nocivas para la salud de cualquier individuo, pero impresionantemente saludables para la salud de los, arriba mencionados, poetas malditos; que John Desmore, el baterista, escurría la baba por Philly Joe Jones, uno de los percusionistas en las alineaciones de John Coltrane y, por lo tanto, se debía suponer de eso que The Doors era un grupo que además de tocar rock tenía en su estructura profunda elementos del jazz y entonces estos seres no eran un grupo de rockeros cualquiera, sino genios musicales.

Luego de pensar en esos viejos tópicos, intenté escuchar la canción que debo presentar, y que ustedes también escucharán, y me di cuenta de que había perdido algo en el camino (con camino me refiero a la vida), porque The Doors ya no me hablaba directamente a mí. Sus letras y composiciones, me di cuenta, habían perdido por completo cualquier tipo de magia y de sentido. Queridos estudiantes: envejecer está hecho de estos pequeños momentos de revelación dolorosa, en los que descubres que la música de la juventud ya no te hace vibrar de la misma manera, y podría extender el ejemplo a los libros y a las películas. Quiero entonces invitarlos a que aprovechen cada segundo de esa juventud que todavía tienen en los oídos, en el tacto y en los ojos, en fin, en todas las partes del cuerpo que les sirven como puertas para la percepción, para que vibren y aprendan a vibrar como desafortunadamente yo ya no puedo hacerlo. Porque algún día (y quizás me equivoque y espero equivocarme) se darán cuenta de que malgastaron la juventud viviendo y soñando con el momento en el que serían adultos.

Para terminar, quiero leerles un poema:

De nuevo ser joven
Y cabalgar tormentas
O ser nosotros mismos la tormenta
Lluvia oblicua que moja a la inversa
Mientras la piel se mantiene seca.

De nuevo ser joven
Y atravesar virgen el callejón de la música
Donde el jinete doma a sus lagartos
Recién nacidos en la Tierra
Como niños que juegan sin una dulce familia.

De nuevo ser joven
Para imaginar que el jinete
Solo a mí se dirige
Soy el único en el mundo
Capacitado para entender sus metáforas.

Sí, todos queremos cabalgar tormentas
O por lo menos domar la lluvia interior
Joven siempre de nuevo con el grupo Sepia.


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