El impacto psicológico de las redes sociales en los jóvenes: responsabilidad familiar y educativa


Para el Merani, una tarea fundamental como institución educativa es la formación de familias, estudiantes y docentes en un contexto social caracterizado por la inmediatez, la polarización y la sobreprotección, entre otros desafíos. La preocupación actual que nos convoca es el impacto psicológico y social del uso de las redes sociales en niños, niñas y adolescentes. Según nuestro director, Julián De Zubiría, mitigar este impacto debe ser un esfuerzo conjunto. Él, al igual que varios estudios sobre el tema, como los de The Royal Society for Public Health (RSPH) y el Movimiento de Salud Joven (YHM), afirman que estas plataformas "han llenado de ansiedad a millones de niños, niñas y jóvenes".
"El Merani es una de las instituciones que más ha promovido el desarrollo de competencias socioemocionales y éticas"
Adriana Espinosa
El reto es complejo, especialmente cuando los padres exigen la prohibición de los celulares en las escuelas, pero al mismo tiempo, estos mismos adolescentes afirman que fueron ellos quienes les entregaron tabletas y celulares a temprana edad. Esta contradicción resulta incomprensible, pero es más frecuente de lo que se podría prever en la cultura colombiana. Pedimos restricciones para nuestros hijos, pero, al mismo tiempo, somos adultos completamente dependientes de las redes sociales y los dispositivos tecnológicos. Olvidamos que el mejor maestro es quien enseña con el ejemplo.
Por ello, el Instituto Merani ha organizado un ciclo de conferencias para abordar el tema de las pantallas y las redes desde diversas perspectivas: psicológica, legal, comunicativa, neurológica y sociológica. La primera conferencia estuvo a cargo de la psicóloga jurídica forense Adriana Espinosa, quien documenta el impacto de las redes sociales en la autoestima de los adolescentes, la adicción que generan, así como el marco delictivo al que están expuestos y el que, en algunos casos, pueden llegar a cometer.
Adriana sostiene que las redes sociales se han integrado de manera profunda en la vida de los jóvenes, influyendo en su autopercepción al ofrecer referentes culturales que impactan directamente en la construcción de su identidad. Estos referentes afectan la autoestima, ya que los adolescentes se ven expuestos a estereotipos y a imágenes modificadas mediante inteligencia artificial o filtros, lo que distorsiona su concepto de belleza y aceptación.
Como consecuencia, muchos jóvenes construyen su identidad a partir de sentimientos de inferioridad, inseguridad y la búsqueda de validación a través de "likes". Además, no gestionan adecuadamente sus frustraciones, ya que buscan gratificación inmediata. “Quiero tener ese abdomen, ese cuerpo, ese rostro, ese color de ojos que veo en esa foto, sin saber si es real o no, pero desconociendo quién soy realmente”, ejemplifica Adriana.
Para ella, es crucial diferenciar entre las emociones comunes generadas por el uso de las redes sociales y los trastornos mentales, como la ansiedad y la depresión. “Sentirse triste o ansioso ocasionalmente no es lo mismo que experimentar síntomas persistentes, como la exposición constante a contenido negativo, la falta de sueño por el uso nocturno de redes sociales y la desconexión del mundo real”. Esto puede contribuir al desarrollo de trastornos mentales en los adolescentes, y es en esos casos donde se debe buscar ayuda profesional.
En cuanto a la adicción a las plataformas y videojuegos, la característica principal es la necesidad compulsiva de permanecer conectados durante horas. Sin embargo, también surge una actitud negativa frente al uso, como la irritabilidad y el abandono de responsabilidades académicas, familiares y sociales.
Por otro lado, la psicóloga forense, según los casos que ha manejado a lo largo de su carrera, señala que los jóvenes no dimensionan sus deberes como ciudadanos, ya que creen que, por ser menores de edad, sus acciones no tienen consecuencias. Además, que "tienen el deber de respetar los derechos de los demás, ser responsables de sus acciones en línea y no participar en actividades ilegales o dañinas”. Dice que en países como España, el mal uso de los dispositivos móviles ha generado conductas agresivas de los hijos hacia los padres, con un aumento de casos de violencia filoparental.
Además, las redes sociales han fomentado conductas misóginas, ciberacoso y suplantación de identidad, lo que pone a los jóvenes en una situación de ser tanto víctimas como perpetradores. "Es crucial educar a los adolescentes sobre el impacto del ciberacoso y fomentar el respeto y la empatía en línea. También es importante que sepan cómo denunciar el ciberacoso y buscar ayuda si son víctimas o testigos de este comportamiento", enfatiza la profesional.
¿Qué hacer?
Lo primero es comprender que es un error pensar que los hijos están completamente seguros en casa, ya que la mayoría de los peligros actuales están vinculados con el uso indebido de las redes sociales más que con situaciones reales. Por ello, es fundamental establecer límites claros que incluyan la decisión de entregar un dispositivo móvil a un hijo, la creación de un perfil en redes sociales, el control parental, así como el modo y tiempo de uso de celulares y tablets.
En este orden de ideas, lo primero que recomienda Adriana Espinosa es que no se debe permitir que los niños y jóvenes se encierren en las habitaciones con los dispositivos móviles, pues podrían estar expuestos a contenidos inapropiados. Tampoco se debe acostumbrar a los niños y niñas desde tempranas edades, con juegos y videos en pantallas como mecanismos de entretenimiento. Es deber como familia propiciar alternativas de socialización que promuevan un estilo de vida saludable.
Por último, recomienda estar alerta si ven que es evidente algún síntoma que perturba la salud mental de los hijos y no dudar en buscar ayuda profesional en caso de presentarse alguna situación preocupante.
El Instituto Alberto Merani está comprometido con una educación integral que se adapte al contexto actual. Por ello, invitamos a las familias y estudiantes a aprovechar estos espacios, participar activamente, mantener conversaciones en casa y reflexionar sobre cómo podemos unir esfuerzos para lograr ¡estar conectados con lo que realmente importa!