Vientos de esperanza, los privilegios al servicio de la democracia

16 de marzo de 2022
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A finales de septiembre de 2019, estudiantes de la Pontificia Universidad Javeriana deciden acompañar a las manifestaciones de la Universidad Distrital que se desarrollaban a raíz de un escándalo de corrupción. En contra de todo pronóstico, la policía ingresó a la universidad privada y disparó gases lacrimógenos en contra de los manifestantes, la comunidad universitaria y los pacientes y personal del Hospital San Ignacio.

Los siguientes días, la Javeriana vivió un hito en la organización y manifestación estudiantil que pasaría a articularse ya no solo con las demandas de movimiento estudiantil, sino con el gran paro nacional que se desarrollaría ese año y que se extendió hasta el 2022.

El anterior suceso no lo menciono como estudiante y egresado javeriano, ni lo traigo a colación por mi relativa participación en el movimiento estudiantil, tampoco porque crea que la represión policial a los y las estudiantes comenzó el día que ingresó el ESMAD al campus universitario javeriano; traigo dicho suceso, como un ejemplo de que el contexto actual ha hecho sentir a una parte de la sociedad colombiana que, nuestros privilegios económicos, por ejemplo, no son estructurales y se puede prescindir de ellos.

También, es un ejemplo de que este contexto de porosidad en los privilegios, permite acercarnos a quienes históricamente no los han tenido. Este proceso de encuentro, con quienes consideramos ese otro y otra en la calle, generó un vínculo histórico que ocupó y ocupará la calle como espacio de lucha y resistencia, ocupó y ocupará los debates familiares y, sin duda, deberá ocupar las urnas, no como el ejercicio de ceder el poder que encarnamos cada uno y cada una como constituyente primario, sino como la puesta de un legislativo y un ejecutivo que sea aliado estratégico de la lucha por la justicia social.

Éste anhelo, que a nombre personal les transmito, no es ajeno a la realidad institucional. El proyecto del Instituto Alberto Merani ha tenido momentos muy difíciles en los que ha decidido estar ausente del privilegio de conformarse con la educación tradicional que limita el desarrollo individual de los estudiantes y el desarrollo colectivo de comunidades, regiones y del país.

Hoy, cuando nuestra institución ha conseguido, a partir de la discusión colectiva e intensiva con los docentes del país, se encamina a ceder el privilegio de una Pedagogía Dialogante para unos pocos, y abre las puertas del encuentro con sin número de realidades, que nutren el encuentro de saberes y realidades que configuran nuestra Colombia diversa.

Como lo veo, la realidad nacional e institucional nos invita a preguntarnos cuál es nuestro papel en las transformaciones que están en marcha. Es claro que los procesos políticos democráticos no son exclusivos del ejercicio electoral representativo. Su importancia reside en favorecer, mediar y participar en los diferentes espacios a los que pertenecemos.

Este viernes 11 de marzo se llevarán a acabo las elecciones en el instituto de la personería, contraloría, cabildo y representación estudiantil, así mismo cada uno de los estamentos está desarrollando la participación en los diferentes comités institucionales enfocados al deporte, ecología, cultura y bienestar.

Además, este domingo 13 de marzo son las elecciones legislativas en donde se votará por los congresistas en dos listas: Senado y Cámara de Representantes, así como a la consulta interna de las tres coaliciones que decidirán el candidato a la elección presidencial.

El ejercicio de la política, lejos de ser las dinámicas de un grupo acomodado en el poder, son el encuentro con los otros y otras. Son el espacio que nos permite alzar la voz por lo que nos duele y llena de rabia, también el espacio que nos permite ser empáticos y comprender los dolores de los demás. La clave estará en no dejarnos ganar por la guerra del miedo en contra de la esperanza y de la posibilidad de construir un país del tamaño de nuestros sueños.

Hoy las aulas, las calles, las plazas y las urnas deben ser los campos de batalla contra el miedo, para que una multitud diversa de expresiones políticas lleguen a los cargos públicos que van a incidir en nuestras luchas cotidianas.




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